El diálogo de Francisco con los periodistas durante el vuelo de regreso de Lesbos a Roma: «los doce sirios musulmanes que llevamos a Roma tienen sus documentos en regla». Han vuelto los «guetos» a Europa, pero, por el contrario, «hay que integrar, pero comprendo que los pueblos tengan cierto miedo».
«Yo invitaría a los traficantes de armas a que pasaran un día en ese campo de refugiados». Y sobre el saludo a Sanders: «Si alguien cree que saludar sea inmiscuirse en la política, le recomiendo que se encuentre un psiquiatra»
«Antes que nada, quiero agradecerles por esta jornada de trabajo; para mí fue muy fuerte, demasiado fuerte…». Papa Francisco se conmueve antes de la entrevista durante el vuelo de regreso de Lesbos a Roma. «No hay ninguna especulación política, porque los acuerdos entre Grecia y Turquía yo no los conocía bien, los vi en los periódicos. Mi viaje fue humanitario». Y, con respecto a las familias de refugiados musulmanes sirios que llevó consigo, Francisco indicó: «fue una inspiración de hace una semana, que me dio un colaborador, y yo acepté inmediatamente, porque vi que era el Espíritu el que hablaba. Todas las cosas están en regla: los documentos, el Estado vaticano, italiano y griego han dado los visados. Son acuerdos que tomó el Vaticano con la colaboración de la Comunidad Sant’Egidio; son huéspedes del Vaticano y se suman a las dos familias ya alojadas por las parroquias vaticanas».
Usted habla mucho de acogida pero demasiado poco sobre integración. Al ver lo que está sucediendo en Europa (muchas ciudades con barrios-guetos, migrantes musulmanes que no logran integrarse a los valores occidentales), ¿no sería mas útil privilegiar a los migrantes cristianos? ¿Por qué decidió traer consigo a tres familias musulmanas?
No tomé ninguna decisión entre cristianos y musulmanes; estas tres familias tenían los documentos en regla y se podía hacer. Había dos familias cristianas que no tenían los documentos en regla… No es un privilegio, todos son hijos de Dios. Sobre la integración, usted dijo una palabra que en nuestra cultura actual parece haber sido olvidada después de la guerra: ¡hoy en día existen guetos! Y algunos de los terroristas que han perpetrado atentados son hijos y nietos de personas nacidas en el país, en Europa. ¿Qué es lo que ha sucedido? No ha habido una política de integración, y esto, para mí, es fundamental a tal punto que si usted se fija en la exhortación post-sinodal sobre la familia hay una parte sobre la integración para las familias en dificultades.
Europa debe recobrar esta capacidad de integrar, han llegado muchas personas nómadas y han enriquecido su cultura. Se necesita integración.
Se habla de vigilancia y de reforzar las fronteras europeas. ¿Es el final de Shengen y del sueño europeo?
No lo sé, pero comprendo que los pueblos tengan cierto miedo. Lo comprendo. Debemos tener una gran responsabilidad en la acogida, y uno de los aspectos es justamente cómo integrar a estas personas. Siempre he dicho que hacer muros no es una solución; en el siglo pasado vimos la caída de uno… No se resuelve nada. Debemos hacer puentes, pero los puentes se hacen inteligentemente, con el diálogo, la integración. Yo comprendo cierto temor, pero cerrar las fronteras no resuelve nada, porque la clausura, a la larga, daña al propio pueblo, y Europa debe hacer urgentemente políticas de acogida, de integración, de crecimiento, de trabajo y de reforma de la economía. Todas estas cosas son ‘puentes’ que nos permitirán no hacer muros.
(El Papa tomó un fajo de dibujos que le regalaron los niños del campo para refugiados). Después de lo que he visto, de lo que ustedes han visto, en ese campo de refugiados, daban ganas de llorar. Traje unos dibujos para mostrárselos. ¿Qué quieren estos niños? Paz. Es cierto que en el campo no tienen cursos de educación, pero, ¿qué han visto estos niños? Este es un dibujo en el que se ve a un niño que se ahoga. Esto lo tienen en el corazón; hoy, de verdad, daban ganas de llorar. Recuerdan esto. Uno dibujó al sol llorando. Pero si el sol es capaz de llorar, también a nosotros nos hará bien una lágrima.
¿Por qué usted no hace diferencia entre quienes huyen de la guerra y quienes huyen del hambre? ¿Europa puede acoger toda la miseria del mundo?
Hoy en mi discurso dije que algunos huyen de las guerras y otros del hambre. Ambos son efecto de la explotación. Explotación de la tierra: me decía un jefe de gobierno de África que la primera decisión de su gobierno había sido la reforestación, porque la tierra se había muerto por la explotación de los bosques. Hay que hacer obras buenas tanto para quienes huyen de las guerras como para quienes huyen del hambre. Yo invitaría a los traficantes de armas (en Siria, por ejemplo, ¿quién les da las armas a esos grupos?) a que pasaran un día en ese campo de refugiados. Creo que sería saludable para ellos.
Usted dijo esta mañana que era un viaje triste, conmovedor. Pero algo ha cambiado, porque hay doce personas a bordo, un pequeño gesto de frente a quienes miran hacia otro lado…
Hago un plagio y no respondo con una frase mía. Le preguntaron a la Madre Teresa de Calcuta: ¿por qué tanto esfuerzo y tanto trabajo solo para acompañar a las personas a morir? Y ella: es una gota de agua en el mar, pero después de esta gota, el mar ya no será el mismo. Es un pequeño gesto, pero esos pequeños gestos que todos nosotros, hombres y mujeres, debemos hacer para tender la mano a los que lo necesitan.
Hemos venido a un país de inmigración, pero también de política económica de austeridad. ¿Usted tiene un pensamiento económico de austeridad?
La palabra austeridad tiene diferentes significados: económicamente significa un capítulo de un programa; políticamente es otra cosa; espiritualmente es otra cosa. Cuando yo hablo de austeridad me refiero a la comparación con el desperdicio. Escuché en la FAO que con la comida desperdiciada se podría resolver el hambre en el mundo, y nosotros, en nuestra casa, ¡cuántos desperdicios hacemos sin quererlo! Es esta la cultura del descarte y del desperdicio. Uso la austeridad en sentido cristiano.
Hoy por la mañana se reunió con el candidato demócrata estadounidense Bernie Sanders. ¿Quiso inmiscuirse en la política estadounidense?
Esta mañana, mientras salía, estaba el senador Sanders, que vino al congreso sobre la “Centesimus annus”. Él sabía que yo salía a esa hora y tuvo la gentileza de vernir a saludarme, él con su esposa y otra pareja que se estaba quedando en Santa Marta, como todos los miembros del congreso. Cuando bajé a saludarlo, nada más un apretón de manos. Esta se llama educación, no mezclarse en la política. Si alguien cree que saludar sea inmiscuirse en la política, le recomiendo que se encuentre un psiquiatra.
Quisiera hacer una pregunta sobre la exhortación «Amoris laetitia»: como usted bien sabe ha habido muchas discusiones sobre uno de los puntos: algunos sostienen que no ha cambiado nada para que los divorciados que se han vuelto a casar accedan a los sacramentos; otros sostienen que ha cambiado mucho y que hay muchas nuevas aperturas. ¿Hay nuevas posibilidades concretas o no?
Yo puedo decir que sí. Pero sería una respuesta demasiado pequeña. Les recomiendo que lean la presentación del documento que hizo el cardenal Schönborn, que es un gran teólogo y que ha trabajado en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
¿Por qué puso en una nota y no en el texto la referencia al acceso a los sacramentos?
Escuche, uno de los útlimos Papas, hablando sobre el Concilio, dijo que había dos concilios: el Vaticano II, en San Pedro, y el de los medios de comunicación. Cuando convoqué al primer Sínodo, la gran preocupación de la mayor parte de los medios era: ¿podrán comulgar los divorciados que se han vuelto a casar? Como yo no soy santo, esto me dio un poco de fastidio y un poco de tristeza. Porque esos medios no se dan cuenta de que no es ese el problema importante. La familia está en crisis, los jóvenes ya no quieren casarse, hay una disminución de la natalidad en Europa que es para llorar, la falta de trabajo, los niños crecen solos… Estos son los grandes problemas. No me acuerdo de esa nota, pero si está en una nota es porque se trata de una cita de la «Evangelii gaudium».