En la historia espiritual de México se libra una batalla antigua. Una batalla que comenzó mucho antes de que existiera el país como tal, cuando la cosmovisión mexica estaba dominada por dioses que exigían sangre, sacrificios humanos y violencia ritualizada. Hoy, esa batalla no ha terminado. Vuelve a aparecer disfrazada de “progresismo”, “liberación” o “derechos”, cuando lo que se normaliza —sin decirlo— es la destrucción de la vida humana, especialmente de los más inocentes: los no nacidos. Es en ese contexto donde la figura de la Virgen de Guadalupe adquiere un significado espiritual profundo, tal como lo ha explicado el Dr. André Bretón Brito y diversos investigadores. La aparición del Tepeyac no solo fue un acontecimiento religioso; fue un acto espiritual contundente contra fuerzas que durante siglos dominaron estas tierras.
Porque antes de la llegada de María de Guadalupe, presentando al Verdadero Dios por quien se vive, aquí se adoraban dioses que pedían vidas humanas como alimento.
Los dioses sangrientos del México antiguo: Huitzilopochtli y Coatlicue
La religión mexica —como describe el Dr. Bretón Brito— tenía un núcleo profundamente sacrificial. Entre sus deidades principales se encontraba Huitzilopochtli, dios de la guerra, descrito en crónicas como un dios “caníbal”, sediento de corazones humanos, cuyo culto requería matanzas masivas de prisioneros, mujeres y niños.
Su madre, Coatlicue, era representada como una figura espantosa: serpientes por cabellera, garras de ave de rapiña, un faldellín tejido con cráneos y extremidades humanas, incluidos fetos sacrificados, algo que muchos analistas describen como simbología “absolutamente satánica”.
Y eso no es todo. Lo más delicado es que los historiadores registran que del ídolo de piedra de Huitzilopochtli se escuchaba una voz —una voz demoníaca— que exigía más víctimas.
“El ídolo hablaba pidiendo sangre humana.”
—Crónicas de Bernardino de Sahagún
En ese mundo oscuro, marcado por el miedo, la sangre y la muerte… aparece Ella, Ella que aplasta a la serpiente. Y no es una coincidencia, la Virgen de Guadalupe se revela con el nombre Tecuauhtlaxopeuh, interpretado por el Dr. Bretón Brito como “La que aplasta a la serpiente”.
Y aquí viene el contraste espiritual más profundo de la historia de México:
- Coatlicue, la diosa serpiente devoradora de niños.
- Guadalupe, la Mujer vestida de sol que aplasta a la serpiente del mal.
La batalla no es simbólica. Es real.
El demonio lo confirma: el testimonio del exorcista Sante Babolin
La investigación del Dr. Bretón no es el único testimonio de que María de Guadalupe es una poderosa defensora de sus hijos ante las fuerzas del enemigo. El demonio mismo lo confirmó a través del exorcista Mons. Sante Babolin +, uno de los más respetados del mundo, fallecido en 2023.
Durante un exorcismo en Italia, el padre Babolin invocó la intercesión de la Virgen de Guadalupe —a quien era profundamente devoto por su estancia en México— y el joven poseído, que jamás había estado en México ni conocía su historia, gritó con furia:
“¡Tonantzin no: Coatlicue!”
(Coatlicue, la diosa sedienta de sacrificios humanos. ¿Coincidencia?)
Y después, con un odio indescriptible:
“Antes de ella, todo era mío allí.”
El demonio reconocía que:
- Antes de la Virgen, las fuerzas oscuras dominaban el territorio mexicano;
- La Virgen lo destronó (al enemigo);
- Guadalupe es un golpe espiritual irreversible contra el mal.
Guadalupe: la respuesta de Dios a un México herido y la batalla espiritual
La Virgen no se presentó como un símbolo étnico o cultural, sino como Madre:
“¿Acaso no estoy yo aquí, yo que tengo el honor de ser tu madre?”
No pide sacrificios, no exige sangre ni amenaza. Ella ofrece vida, consuelo, dignidad y esperanza.
Coatlicue representaba muerte, Guadalupe representa al verdadero Dios por quien se vive
Huitzilopochtli exigía corazones, Guadalupe nos entrega su corazón.
El demonio gritó que antes “todo era suyo”, Guadalupe vino a reclamar México para Dios.
Así que, estimado lector: es momento de dejar la inocencia y reconocer que la batalla que libra nuestro país no es solo cultural, política o ideológica. En un sentido profundo, vivimos una batalla espiritual y, mientras no lo reconozcamos, México seguirá padeciendo dolores como nación.
Aunque la 4T y su discurso ideológico repitan la historia de bronce que presenta a los mexicas como víctimas de “los malvados españoles”, la historiografía seria, con fuentes fidedignas y bien documentadas, revela los horrores que se vivían en el territorio antes de la evangelización. Sí, los españoles cometieron errores. No todo fue un cuento rosa, pero tampoco es real la Leyenda Negra que hoy intentan imponer.
María de Guadalupe llegó a hermanar a dos pueblos, y a crear un sincretismo espiritual verdadero: no solo de sangre, sino de fe. El testimonio vivo del manto evidencia que vino como heraldo anunciando la llegada de su Hijo, y juntos expulsaron las fuerzas del mal de esta tierra cristiana.
Y, según testimonios recientes de sacerdotes y obispos mexicanos —que por discreción no pueden revelar detalles— los mismos demonios disfrazados de falsos dioses han retomado poder en el país. ¿Cómo no verlo, cuando el antiguo dios de la guerra exigía ejecuciones y hoy presenciamos horrores como los del rancho Izaguirre y otros rituales criminales? ¿Cómo no pensar en la diosa serpiente devoradora de infantes, cuando el aborto es un crimen legalizado, promovido y celebrado en gran parte del país?
Esto no es dogma de fe, no es doctrina oficial, pero tiene un origen fidedigno de los pastores de la Iglesia y académicos serios. No buscamos imponer esta visión, pero resulta imposible ignorar tantas coincidencias, tantos testimonios y tantos ataques a la fe, a Jesucristo y a María de Guadalupe en los últimos años. Es un postura que, cuando menos. hay que tomar en cuenta para reflexionar.
La batalla espiritual está ahí, y México necesita hombres y mujeres de fe para afrontarla. Frente al culto y exaltación a la muerte, frente a los nuevos sacrificios “legales”, frente a la violencia que consume vidas inocentes…
La Virgen de Guadalupe sigue diciendo:
“¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?”
Y mientras Ella esté aquí, la serpiente nunca vencerá.
Otros misterios asombrosos de la tilma (que quizá no conocías)
- El manto mantiene su temperatura a 36.6°C, como un cuerpo vivo.
- Las estrellas en su manto coinciden con el cielo de México el 12 de diciembre de 1531.
- En sus ojos se reflejan 13 personas, como si fueran el reflejo real del momento de la aparición.
- La tilma no muestra pigmentos de origen natural y su coloración no corresponde a ninguna técnica humana conocida.
- La fibra debería haberse desintegrado en 20 años, pero lleva casi cinco siglos intacta.
- Un atentado en 1921 destruyó el altar… pero la tilma no sufrió daño.
- La posición de sus manos y su vientre indica embarazo: porta al Verdadero Dios por quien se vive.