Ciudad del Vaticano.
El cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, destacó que el derecho a la libertad religiosa es un “baluarte esencial” para que toda persona pueda buscar la verdad y construir sociedades justas. Durante la presentación del Informe 2025 sobre la libertad religiosa en el mundo, elaborado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), Parolin alertó sobre la creciente vulnerabilidad de este derecho fundamental.
Según el informe, la libertad religiosa está gravemente restringida en 62 de los 196 países analizados, afectando a más de 5,400 millones de personas. “Casi dos tercios de la población mundial viven en lugares donde se producen violaciones graves a la libertad religiosa”, advirtió el cardenal, calificando el panorama como “preocupante”.
Un derecho que sostiene la civilización
Parolin subrayó que sin libertad religiosa “el tejido ético de la sociedad se deshilacha”, dando paso a ciclos de conflicto y sometimiento. Por ello, defendió que la protección de este derecho no es exclusiva de los creyentes, sino un signo de civilización y una piedra angular de los derechos humanos contemporáneos.
Apoyándose en la declaración conciliar Dignitatis Humanae y en el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el purpurado recordó que toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión, tanto individual como colectivamente. “La libertad religiosa no es un privilegio contingente, sino un derecho inalienable indispensable para la plena realización del potencial humano”, subrayó.
Libertad con responsabilidad
El cardenal explicó que, como toda libertad, la religiosa tiene “límites prácticos” que deben definirse con prudencia política. Estos incluyen la protección de los derechos de otros ciudadanos, la preservación de la paz pública y la defensa de la moralidad social.
“Las sociedades deben tender puentes, no levantar barreras, en la búsqueda de la verdad”, afirmó, destacando que la libertad religiosa debe ejercerse de manera responsable y con respeto mutuo.
Un llamado urgente
Parolin advirtió que esta libertad, profundamente arraigada en la dignidad humana, no debe verse obstaculizada por presiones sociales o políticas, e instó a los gobiernos a abstenerse de coaccionar la conciencia religiosa de las personas.
“La fe no puede imponerse ni reprimirse; debe ser una respuesta libre, nacida del amor y no de la fuerza”, citó del Papa Pablo VI.
Finalmente, recordó que tanto Dignitatis Humanae como el artículo 18 de la Declaración de los Derechos Humanos fueron redactados tras los horrores del totalitarismo del siglo XX, y que su defensa hoy es más urgente que nunca.
“Proteger la libertad religiosa es proteger el corazón mismo de la dignidad humana”, concluyó Parolin.