Lo primero y lo más importante es descartar enfermedades físicas y/o mentales.
En la Ciudad de México, una joven mujer, con aparente buena salud física y mental, comenzó a ver sombras que la acosaban, escuchaba voces que blasfemaban y tenía una gran dificultad para orar, además de sufrir crisis de ansiedad y episodios depresivos. En medio de una crisis, la familia la internó en un psiquiátrico. Pero después de 30 días, los síntomas no disminuyeron, sino que se agravaron.
La familia pidió permiso al hospital para llevarla con un exorcista quien, después de realizar el procedimiento de discernimiento, pidió autorización a la familia para hacerle un exorcismo. Las reacciones de los demonios –cuenta el exorcista– fueron violentas, pero hubo muchos signos de liberación. La chica pasó 10 días más en el psiquiátrico y después volvió a la iglesia donde se le repitió el ritual varias veces. Finalmente quedó liberada.
El padre Andrés, exorcista de la Arquidiócesis de México que atendió a esta mujer, asegura que si bien los casos de posesión parecen pocos considerando las dimensiones de la gran Ciudad de México, pero cuando se toma en cuenta el número de personas del resto del país acuden a la capital para atenderse, la cifra aumenta.
Determinar que una persona está o no poseída, implica un estricto procedimiento, que incluye descartar enfermedades físicas y/o mentales, así como observar los signos de la posesión, que se obtienen en las entrevistas, en las oraciones de discernimiento y en el acompañamiento espiritual en general.
“La mayoría de las personas poseídas –detalla el padre López– gozan de salud mental suficiente y claramente reconocible, y su sintomatología ni es habitual ni se manifiesta la mayor parte del tiempo, sino en los momentos de oración casi con exclusividad, lo que les permite llevar una vida relativamente normal”.
Sin embargo, hay signos más visibles de la presencia del maligno, como la aversión vehemente a Dios, a Jesucristo, a la Virgen María, a los santos, a la Iglesia y a los objetos sagrados. Hay también quienes hablan en lenguas desconocidas o entienden al que las habla, movilizan cosas distantes u ocultas, manifiestan fuerzas sobrenaturales, entre otros. Sin embargo, tener uno sólo de estos síntomas, puede no significar nada. Es el conjunto de datos lo que integra un discernimiento.
En cualquier caso –advierte el exorcista– se debe recurrir al párroco y manifestarle la situación para recibir acompañamiento espiritual. “De ninguna manera se debe consultar a brujos, chamanes, adivinos, espiritistas, espiritualistas, sanadores, liberadores o santeros, pues la situación podría agravarse”.
Los 10 pasos para identificar y liberar a una persona poseída
- La persona afectada acude a pedir ayuda a la Iglesia.
- Se le remite con algún exorcista para ser atendido.
- Comienza un discernimiento a partir de una entrevista.
- Profesionales médicos descartan alguna enfermedad mental.
- El exorcista analiza la vida espiritual de la persona y de su familia.
- Se les invita a todos a hacer una profunda conversión de vida.
- Se ofrece catequesis a los afectados para iluminarlos y consolarlos.
- Infestación, vejación y obsesión requieren sólo de una oración de liberación.
- Si hay posesión demoniaca se procede a realizar un exorcismo.
- Una vez liberada la persona, se le invita a seguir creciendo en la fe cristiana.
Fuente: Desde La Fe