El Papa Francisco aseguró que estos dos aspectos también se pueden aplicar en la vida espiritual.
El Papa Francisco recibió en Audiencia en el Vaticano a la Federación Italiana de Baloncesto, a quienes animó a perseverar en dos claves fundamentales para todo deportista: el trabajo en equipo y la disciplina.
En un breve mensaje, el Santo Padre aseguró que estos dos aspectos también se pueden aplicar en la vida espiritual: “Sin un entrenamiento interior -aseguró el Santo Padre- la fe corre el riesgo de extinguirse”.
A continuación, te presentamos la explicación que el Papa Francisco dio de cada una de estas claves:
La importancia del trabajo en equipo
“Hay algunos deportes que se denominan «individuales»; sin embargo, el deporte siempre ayuda a poner en contacto a las personas, a crear relaciones incluso entre personas diferentes, a menudo desconocidas, que, a pesar de proceder de entornos distintos, se unen y luchan por un objetivo común. Son dos cosas importantes: estar unidos y tener un objetivo”.
“En este sentido -agregó el Papa Francisco-, el deporte es una medicina para el individualismo de nuestras sociedades, que a menudo genera un yo aislado y triste, haciéndonos incapaces de “jugar en equipo” y de cultivar la pasión por algún buen ideal. Así, a través de vuestro esfuerzo deportivo, nos recordáis el valor de la fraternidad, que también está en el corazón del Evangelio”.
El valor de la disciplina
“Hacer deporte requiere mucha disciplina, no sólo física, sino también interior: ejercicio físico, constancia, atención a una vida ordenada en horarios y alimentación, descanso alternado con la fatiga del entrenamiento”.
“Esta disciplina -continuó el Santo Padre- es una escuela de formación y educación, especialmente para los chicos y los jóvenes. Les ayuda a comprender lo importante que es —y perdonad que cite a San Ignacio de Loyola— aprender a ‘poner orden en la propia vida’.
“Esta disciplina no tiene por objeto hacernos rígidos, sino hacernos responsables: de nosotros mismos, de las cosas que se nos confían, de los demás, de la vida en general. También ayuda a la vida espiritual, que no puede dejarse sólo en manos de las emociones, ni puede vivirse en fases alternas, ‘sólo cuando me apetece’”.
Fuente: Desde La Fe