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Solo Dios puede saciar la sed de infinito que llevas en el corazón

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buscando sentido en Dios – La sed de infinito en el corazón juvenil
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Un mensaje para los jóvenes de México

En el corazón de cada joven hay una llama que arde, a veces en silencio, a veces con fuerza. Es el deseo de plenitud, de belleza, de verdad. Es un anhelo que no se conforma con lo pequeño ni con lo inmediato. Es una sed de infinito. A lo largo de los años, muchos jóvenes han intentado apagar esa sed con mil propuestas que el mundo ofrece: éxito, placer, reconocimiento, libertad sin límites. Pero en el fondo, ninguna de esas cosas basta.

El libro A vosotros, queridos jóvenes —una recopilación de mensajes de los papas a la juventud— recoge con fuerza y ternura este mensaje central: solo Dios puede saciar la sed de infinito que llevas en el corazón. Esta no es una frase vacía ni una solución fácil. Es una verdad experimentada por miles de jóvenes en el mundo que, al encontrarse con Cristo, han descubierto quiénes son, para qué viven y hacia dónde caminan.

¿Por qué sentimos esta sed de más?

El papa Benedicto XVI, uno de los autores citados en este libro, decía con claridad: “Cada uno de vosotros experimenta, en lo profundo de su corazón, una sed de infinito, una sed de sentido de la vida.” Y es cierto. Desde pequeños, nos hacemos preguntas que no tienen respuestas fáciles: ¿Quién soy? ¿Qué sentido tiene mi vida? ¿Por qué hay dolor? ¿Para qué amar? ¿Vale la pena luchar por algo grande?

Este deseo de “más” no es un defecto ni una carga. Es una señal de que fuimos hechos para algo que supera este mundo. Como escribió san Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti.” Esa inquietud es sana. Es la chispa que nos mueve a buscar, a no conformarnos, a soñar. Pero también puede ser fuente de frustración si la tratamos de apagar con soluciones baratas.

Falsas respuestas: cuando intentamos llenar el alma con cosas vacías

Hoy el mundo ofrece muchas respuestas que prometen plenitud, pero que no tocan el corazón. Nos dicen que seremos felices si tenemos éxito, si ganamos dinero, si nos volvemos populares, si vivimos sin reglas, si seguimos lo que “se siente bien”. Pero el resultado muchas veces es vacío, ansiedad, heridas emocionales, y una profunda soledad.

El papa Francisco, en una de las citas del libro, advierte: “No os dejéis robar la esperanza ni la alegría. No os dejéis engañar por las falsas ilusiones de una felicidad fácil.” El mundo de las apariencias y las redes sociales puede disfrazar este vacío, pero no lo elimina. Solo cuando uno se detiene, cuando se atreve a mirar su vida de frente, aparece la pregunta decisiva: ¿Dónde está la fuente que de verdad me sacia?

El encuentro con Cristo: una propuesta audaz y concreta

Frente a todas las ofertas pasajeras, el Evangelio propone algo radical y hermoso: una relación viva con Jesucristo. No se trata de una religión vacía, ni de seguir normas sin sentido, sino de descubrir que Dios es real, que nos conoce personalmente, que nos ama con un amor que no decepciona y que nos llama por nuestro nombre.

San Juan Pablo II, en sus múltiples encuentros con jóvenes, repetía una frase que se ha hecho inolvidable: “¡No tengáis miedo! Abrid de par en par las puertas a Cristo.” Abrirse a Cristo no significa dejar de ser uno mismo. Al contrario, es encontrar la verdad más profunda sobre nosotros mismos. Él no quita nada, pero lo da todo. Y en Él descubrimos la respuesta a la sed de infinito.

El libro A vosotros, queridos jóvenes, recuerda cómo muchos jóvenes, al encontrar a Cristo, dejaron de huir y comenzaron a vivir con un fuego nuevo en el alma. “Sólo Él puede darte la luz para no caminar en la oscuridad, la fuerza para levantarte cuando tropieces, el sentido profundo que tanto anhela tu corazón.”

Un llamado a vivir con valentía

Seguir a Cristo hoy requiere coraje. No está de moda. Puede implicar ir contra corriente. Pero esa es precisamente la belleza del Evangelio: te hace libre, valiente, luminoso. El papa Francisco anima a los jóvenes a ser “revolucionarios de la ternura”, a no vivir a medias, a construir un mundo más justo con el amor como arma.

México necesita jóvenes así: no solo soñadores, sino transformadores; no solo creyentes, sino testigos. Jóvenes que no se conformen con sobrevivir, sino que se atrevan a vivir de verdad. Jóvenes que vivan su fe no como un peso, sino como una alegría contagiosa. Jóvenes que encuentren en Dios la fuente de su identidad, su misión y su esperanza.

Conclusión: tu sed tiene sentido

Querido joven mexicano: si alguna vez has sentido ese vacío interior, esa nostalgia de algo más, no estás solo. Esa sed tiene sentido. Es el eco de Dios en tu corazón. Y Él no se ha olvidado de ti. Te espera. Te busca. Te llama. Sólo en Él encontrarás el agua viva que no se agota.

Como dice una de las citas del libro: “Querido joven: no pongas tu confianza en lo pasajero. Edifica tu vida sobre la Roca. En Cristo, tu vida cobra un valor eterno.”

No tengas miedo. Atrévete a abrir tu corazón. Deja que Dios sea el que sacie tu sed de infinito. Y verás cómo todo cambia.

¿Cómo hacer la experiencia de Cristo?

Si deseas que esta sed de infinito que sientes en tu interior no quede sin respuesta, da el paso decisivo: haz la experiencia de Cristo. ¿Cómo hacerlo?

  1. Busca el silencio y la oración. Solo en el silencio se escucha la voz de Dios. Aparta unos minutos al día para hablar con Él y abrirle tu corazón.
  2. Lee el Evangelio. Ahí encontrarás el rostro y las palabras de Cristo. Empieza por el Evangelio de San Marcos o San Juan.
  3. Acércate a los sacramentos. La confesión y la Eucaristía son lugares privilegiados del encuentro con Jesús vivo.
  4. Rodéate de otros que buscan a Dios. Un grupo juvenil, un movimiento, una comunidad viva puede ayudarte a caminar con más fuerza.
  5. Habla con alguien que ya ha hecho esta experiencia. Un sacerdote, un consagrado, un amigo de fe puede orientarte con cariño y verdad.

Cristo no es una teoría: es una Persona viva que quiere encontrarse contigo. Da el paso. No tengas miedo. Él te espera con los brazos abiertos.

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