“Pese a que estamos en el siglo XXI, en un mundo lleno de información que fluye a través de diversos medios, seguimos desconociendo un mensaje fundamental: no nos hemos atrevido a conocer a Dios como un Padre amoroso.
Y, en definitiva, no se puede confiar en alguien a quien no se conoce”, señala Juan Francisco Pineda, consultor familiar en Cenyeliztli.
Explica que la Iglesia es una institución santa, creada por Dios, pero a través del hombre, que sí incurre en fallas. “Los seres humanos no somos santos, aunque podemos acercarnos a un proceso de santidad al participar en las actividades de la Iglesia y ver en la familia la base de la sociedad, la célula en la que surgen los valores fundamentales”, señala.
La Iglesia Doméstica
El especialista asegura que la mayoría de los padres de familia no se involucran en la Iglesia, que imparte los Sacramentos, pero tampoco en la Iglesia doméstica, que es la familia.
“Los papás de hoy ya no quieren ser padres; meten a sus hijos al Catecismo y se enojan porque los tienen que llevar durante un año. De hecho, hay niños a los que los llevan para que se entretengan, pues los papás tienen cosas qué hacer”, indica el consultor familiar.
Por otra parte, comenta que mucha gente no sabe cómo hablar de Dios a un niño que sufrió abusó, o es golpeado constantemente, o ha sido abandonado en casa de algunos familiares. “Pero cualquiera que sea la situación del pequeño, se le debe hablar de Dios, porque Él está en todo lo que acontece, bueno o malo, y sólo en Él encontrará la fuerza para vivir y superar cualquier circunstancia dolorosa”.
La mejor arma
Juan Francisco señala que los padres deben involucrarse verdaderamente en el desarrollo de los hijos, empezando por el tipo de convivencia en casa, pues es en el hogar donde surgen los valores. “Los padres tienen que aprender a ponerles límites con amor, así como a respetar su manera de pensar, pues esto ayudará a los hijos a expresarse, a tener seguridad y a desarrollar confianza en sí mismos”, señala Pineda.
Asegura que muchos padres, en lugar de educar a sus hijos mediante el diálogo y la convivencia, optan simplemente por aplicarles correctivos, que generalmente consisten en quitarles la tableta o el celular, o darles golpes. Agrega que en lugar de amenazar a los hijos con castigos, se les debe hablar de las consecuencias de sus actos, buenos o malos, a fin de que aprendan a discernir y formen un juicio certero.
Finalmente, ante los casos de pederastia al interior de la Iglesia, Juan Francisco Pineda señala que son una realidad, al igual que los que se dan en casa, que es la Iglesia doméstica. “Pese a esto, debemos atrevernos a buscar a Dios, seguir creyendo en Él, y no olvidar que los sacerdotes son seres humanos, que también llegan a equivocarse”.