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La ideología de género ataque a nuestros hijos
La ideología de género ataque a nuestros hijos

Estados Unidos

Pediatras: La ideología de género es el último ataque a nuestros hijos

La ideología de género es un sistema de creencias que sostiene que el sexo es una construcción social. La ideología de género enseña que cada persona tiene algo llamado “identidad de género” en el cerebro que puede o no ser la misma a su sexo biológico. Su principio central es que la “identidad de género” es más real que la realidad material biológica del sexo de una persona. En términos filosóficos, cumple con la definición de dualismo gnóstico.

En los últimos 5 años, la ideología de género ha tomado cada importante institución pública en nuestra sociedad, pasando por los medios masivos y las redes sociales, educación pública y privada, desde la etapa preescolar hasta las escuelas profesionales de medicina y psiquiatría, y cada vez más en las escuelas de derecho. Se ha convertido esencialmente en la religión patrocinada por el gobierno de los Estados Unidos.

¿Por qué todo estadounidense pensante debería estar alarmado por esto? A los niños de tres años se les está enseñando que ellos pueden estar “atrapados en el cuerpo equivocado” por maestros preescolares y por drag-queen en bibliotecas públicas; los niños de kinder están teniendo celebraciones de “coming out trans” (decirles a todos que eres trans) en el salón de clases; los adolescentes son víctimas del contagio social y salen trans en grupos de compañeros; a los niños se les permite ingresar a baños de niñas, a los vestuarios e incluso a equipos deportivos femeninos.

Los dos mejores velocistas de la competencia estatal para niñas de la escuela secundaria de Connecticut en el 2018 fueron niños; muchachos que habían competido en el equipo de atletismo masculino durante sus carreras de la escuela secundaria, pero que se les permitió correr en el equipo de niñas este año porque se “identificaron como niñas”. En diez estados, Washington, D.C. y varios condados individuales, es ilegal que los menores reciban terapia para la confusión de género (o disforia de género) que alinearía su pensamiento con su sexo. En cambio, en todo el país, a los médicos y terapeutas se les enseña a afirmar rápidamente esta confusión como prueba de que el niño nació en el cuerpo equivocado y los aliente a personificar al sexo opuesto, incluso al punto de recetar bloqueadores de la pubertad, hormonas, y cirugías de cambio de sexo antes de los 18 años.

¿Cómo pueden los padres y todos los profesionales de bien proteger a nuestros hijos?

Primero debemos educarnos con los hechos para que podamos inmunizar a nuestros hijos contra las mentiras antes de que sean adoctrinados. Ese es el propósito de este artículo.

El sexo es una característica biológica binaria de la persona humana establecida por nuestro ADN desde la concepción. Uno es concebido ya sea hombre o mujer. El género, por el contrario, es un término que se refiere a las características psicológicas y culturales asociadas con el sexo biológico. El género es una construcción social vinculada a los estereotipos sexuales. Por ejemplo, en español, a la palabra “amigo” se le ha asignado un género masculino; “amiga” es la forma femenina de la misma palabra. Como otro ejemplo, cuando asignamos a un huracán el nombre “Gloria”, le asignamos un género femenino. El género no es un término biológico, no se encuentra en el ser de la persona, aunque los ideólogos de género sostienen lo contrario, no hay evidencia científica rigurosa para esto.

La identidad de género se refiere a la conciencia de un individuo de ser hombre o mujer y a veces se lo conoce como el “género experimentado” de un individuo. La identidad de género tiene que ver con pensamientos y sentimientos. Pensamientos y sentimientos que la gente desarrolla con el tiempo. Los pensamientos normales se alinean con la realidad física. Por lo tanto, la identidad de género de una persona debería coincidir con el sexo biológico de la persona.

La disforia se define como un estado de insatisfacción o malestar acerca de una situación dada. La disforia de género (DG) es una condición psicológica en la que el individuo siente una marcada incompatibilidad entre su sexo experimentado y su sexo biológico. Esta condición está asociada con niveles variables de ansiedad e infelicidad. Estas personas a menudo expresan la creencia de que son del sexo opuesto o están atrapados en el cuerpo equivocado, o que no son ningún sexo. La disforia de género en los niños se diagnostica en el niño prepuberal.

La sexualidad humana tiene un rasgo binario biológico objetivo: “XX” y “XY” son marcadores genéticos del sexo, femenino y masculino. La norma para el diseño humano debe ser concebido ya sea hombre o mujer con el obvio propósito de la reproducción y el florecimiento de nuestra especie. Este principio es evidente por sí mismo. Las personas que se dicen “sentirse como el sexo opuesto” o “en algún punto intermedio” no comprenden un tercer sexo. Siguen siendo hombres biológicos o mujeres biológicas. A un bebé no se le “asigna” sexo o género al nacer. El sexo del recién nacido se estableció en la concepción, se declara anatómicamente en el útero y simplemente se reconoce al nacer.

Nadie nace con una conciencia de ser hombre o mujer; esta conciencia se desarrolla con el tiempo. A medida que la conciencia se desarrolla durante los primeros años de la vida del niño, puede haber un momento en que el niño puede tener sentimientos de incertidumbre e incluso confusión sobre su identidad de género. Un pequeño número de estos niños mostrará los síntomas adicionales de insatisfacción e infelicidad con su sexo biológico. Algunos niños insisten en que son del sexo opuesto y comienzan un patrón de comportamiento que imita al sexo opuesto. A estos niños se les diagnosticará con disforia de género.

Cuando La disforia de género ocurre en el niño prepuberal, esta se resuelve en el 80-95 por ciento de los pacientes al finalizar la adolescencia, después de que pasan naturalmente a través de la pubertad. Las tasas de prevalencia de disforia de género entre los niños se han estimado en una fracción del 1%. En niños prepúberes, la proporción de niños y niñas varía de 2.1 a 4: 1.

Estos son los hechos. ¿Cuál es la ciencia?

La genética del comportamiento postula que, si bien los genes y las hormonas influyen en el comportamiento, no fuerzan a la persona a pensar, sentir o comportarse de una manera particular. La ciencia de la epigenética ha establecido que los genes no son análogos a los “planos” rígidos para el comportamiento. Más bien, los humanos desarrollamos rasgos a través del proceso dinámico de interacción gen-ambiente.

Se han hecho afirmaciones, derivadas de estudios de imágenes cerebrales, de que la microestructura del cerebro transgénero es diferente del cerebro no transgénero. Estos estudios son de dudosa relevancia clínica debido al pequeño número de sujetos y la existencia de neuroplasticidad. La neuroplasticidad es un fenómeno bien establecido por el cual el comportamiento a largo plazo altera la microestructura cerebral. Hay evidencia de que la experiencia cambia la microestructura cerebral. Por lo tanto, si se identificaron diferencias cerebrales transgénero válidas, es probable que éstas sean el resultado del comportamiento transgénero en lugar de su causa.

Los estudios de gemelos idénticos demuestran que la disforia de género está predominantemente influenciada por eventos postnatales. El estudio más grande, que incluye 74 pares de adultos gemelos transexuales idénticos, encontró que el 28 por ciento fueron identificados trans. El ADN de los gemelos idénticos es idéntico desde la concepción y se desarrolla exactamente en el mismo entorno prenatal donde están expuestos a las mismas hormonas prenatales. Si los genes y / o las hormonas prenatales contribuyeron significativamente el transgenderismo, la tasa de concordancia debe ser cercana al 100 por ciento. En cambio, el 72 por ciento de los pares de gemelos idénticos eran discordantes para el transgenderismo. Esto significa que al menos el 72 por ciento de lo que contribuye al transgenderismo en un adulto gemelo consiste en una o más experiencias no compartidas después del nacimiento.

Los estudios clínicos de casos sugieren que el refuerzo social, la psicopatología de los padres, las dinámicas familiares y el contagio social facilitado por la corriente principal y las redes sociales, todos contribuyen al desarrollo y / o la persistencia de la disforia de género en algunos niños vulnerables. Puede haber una asociación causal entre los eventos adversos de la infancia, incluido el abuso sexual.

¿GD es un trastorno mental?

Hasta hace poco, la cosmovisión prevaleciente con respecto a la disforia de género infantil era que reflejaba un pensamiento anormal o confusión por parte del niño que podría o no ser transitorio. El acercamiento estándar era  la espera vigilante o la psicoterapia familiar e individual. Los objetivos de la terapia eran abordar la patología familiar, tratar cualquier morbilidad psicosocial en el niño y ayudar al niño a alinear la identidad de género con el sexo biológico.

Este acercamiento ahora ha cambiado. El sufrimiento de los adultos transgénero fue invocado para argumentar el rescate urgente de niños dirigiéndose al mismo destino a través de la identificación temprana, afirmación y supresión puberal. Ahora se alega que la psicopatología y el suicidio son las consecuencias directas e inevitables de evitar la afirmación social y retener los bloqueadores de la pubertad a un niño disfórico de género. Se afirma que los niños con disforia de género sufrirán y se suicidarán. Por lo tanto, la reasignación de sexo debe comenzar en el niño prepuberal. Más del 90 por ciento de las personas que mueren por suicidio tienen un trastorno mental diagnosticado. No hay evidencia de que los jóvenes disfóricos de género que se suicidan sean diferentes. Por lo tanto, la piedra angular para la prevención del suicidio debería ser la misma para ellos que para todos los niños: identificación temprana y tratamiento de las comorbilidades psicológicas.

La Asociación Americana de Psiquiatría explica en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) que la disforia de género no figura en la lista debido a la discrepancia entre los pensamientos del individuo y la realidad física, pero debido a la angustia emocional que obstaculiza el funcionamiento social. Una vez que la angustia se alivia, la disforia de género ya no se considera un trastorno. Una de las principales funciones del cerebro es percibir la realidad física. La percepción de acuerdo con la realidad física es normal. La percepción que se desvía de la realidad física se consideraría anormal. Esto es cierto ya sea que el individuo que experimenta los pensamientos anormales sienta angustia o no. La creencia de una persona de que él es algo o alguien que no es, en el mejor de los casos, un signo de pensamiento confuso; en el peor, es un engaño.

¿Cuál es el tratamiento recomendado?

Dado que la disforia de género es un diagnóstico psicológico, uno pensaría que el tratamiento para este trastorno que provoca ansiedad estaría en manos de un especialista en salud mental cuyo trabajo sería descubrir y tratar el origen de la disforia de género. Este no es el caso. En cambio, el tratamiento recomendado para la disforia de género en los niños incluye afirmar la confusión de género del niño, la personificación social del sexo opuesto, el bloqueo químico de la pubertad, el comienzo de la aplicación de hormonas del sexo opuesto para toda la vida y cirugías mutilantes antes de los 18 años.

La transición social consiste en afirmar primero el autoconcepto falso del niño al instituir cambios de nombre y pronombre y facilitar la suplantación del sexo opuesto dentro y fuera del hogar. Luego, la pubertad se suprime a través de drogas que bloquean la pubertad desde los 10 años de edad.

Las hormonas bloqueantes de la pubertad detienen el crecimiento óseo, disminuyen la densidad ósea, evitan la organización dependiente de esteroides sexuales y la maduración del cerebro adolescente, e inhiben la fertilidad al prevenir el desarrollo de tejido gonadal y gametos maduros durante el tratamiento.

Si el niño interrumpe el bloqueador de la pubertad, se reanudaría la pubertad. En consecuencia, la Sociedad Endocrina (Endocrine Society) sostiene que la supresión de la pubertad y la vida social como el sexo opuesto son intervenciones totalmente reversibles que no conllevan ningún riesgo de daño permanente a los niños. Sin embargo, la teoría del aprendizaje social, la neurociencia y el estudio de seguimiento a largo plazo de los adolescentes que han recibido supresión puberal desafian la validez de esta afirmación.

Al menos un estudio prospectivo demuestra que casi todos los niños prepúberes que reciben bloqueadores de la pubertad finalmente eligen comenzar la reasignación sexual con hormonas del sexo opuesto. Esto sugiere que la suplantación del sexo opuesto y la supresión de la pubertad, lejos de ser totalmente reversible e inocua, pone en marcha un único resultado inevitable que requiere el uso de hormonas del sexo opuesto tóxicas durante toda la vida, lo que resulta en infertilidad y otros riesgos graves para la salud.

Los niños se graduarán de las hormonas del sexo opuesto a los 16 años o menos como preparación para la cirugía de reasignación de sexo cuando sea un adolescente mayor o un adulto joven. Esta etapa del protocolo de reasignación de sexo feminizará a los niños y masculinizará a las niñas. Las hormonas sexuales cruzadas (estrógeno para niños y testosterona para niñas) están asociadas con riesgos de salud peligrosos.

La administración de estrógenos a niños puede ponerlos en riesgo de enfermedades cardiovasculares y cáncer de mamas. Las niñas que reciben testosterona pueden experimentar un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular, diabetes y efectos desconocidos en los tejidos de los senos, el útero y los ovarios.

Los niños prepúberes que reciben hormonas bloqueadoras de la pubertad seguidas de hormonas del sexo opuesto se esterilizan permanentemente. Las adolescentes con disforia de género que tomaron testosterona diariamente durante un año pueden obtener una mastectomía doble a los 16 años. En detrimento del niño que sufre, el aspecto de salud mental de esta condición se ignora porque la condición no se considera un trastorno mientras el niño informe el  alivio de ansiedad del proceso de personificación. La primera clínica de género en los Estados Unidos se estableció en 2007. En 2014 había 24 clínicas de género agrupadas principalmente a lo largo de la costa este y en California; un año después hubo 40 en todo el país. Hoy en día, prácticamente todos los 215 hospitales de formación pediátrica ofrecen este protocolo de afirmación de transición a pesar de la ausencia de pruebas de seguridad a largo plazo.

Reasignación de sexo en adultos: Consecuencias.

Las encuestas sugieren que los adultos transgéneros expresan una sensación inicial de “alivio” y “satisfacción” después del uso de hormonas del sexo opuesto y una cirugía de reasignación de sexo.

Un estudio del 2001 de 392 personas transgénero de hombre-mujer y 123 mujer-hombre encontró que el 62 por ciento de las personas transgénero hombre-mujer y el 55 por ciento de las mujeres-hombres tenían depresión clínica. Casi un tercio de cada población había intentado suicidarse.

En Suecia, un estudio de seguimiento de treinta años encontró índices de suicidio casi veinte veces mayores entre los adultos sometidos a reasignación sexual. Esto demuestra que, si bien la reasignación de sexo alivia parte de la disforia de género, no da como resultado niveles de salud física y mental a la par de los de la población general. Suecia es uno de los países donde más afirman la ideología de género; sugiere que las diferencias de salud mental se deben principalmente a la patología que precipitó los sentimientos transgénero en primer lugar y/o al estilo de vida transgénero en sí mismo y no a los prejuicios sociales. El trastorno psicológico que comenzó en la infancia todavía está presente en el adulto. Tristemente, la terapia psicológica había sido ignorada.

En conclusión

La Disforia de género (DG) en los niños es un término utilizado para describir una condición psicológica en la que un niño experimenta marcada incongruencia entre su género experimentado y el sexo biológico del niño. Sin afirmación de esta identidad de género e intervención hormonal, del 80 al 95 por ciento de los niños con disforia de género aceptarán la realidad de su sexo biológico al terminar de la adolescencia.

Afirmar la disforia de género a través de la educación pública y las políticas legales confundirá a los niños y a los padres, lo que hará que más niños se presenten en “clínicas de género” donde se les administrarán medicamentos bloqueadores de la pubertad. Esto, a su vez, prácticamente garantiza que elegirán una vida de esterilidad, hormonas tóxicas y mutilación quirúrgica innecesaria de órganos saludables de su cuerpo.

Existe un grave problema ético al permitir que se realicen procedimientos irreversibles que cambien la vida de los menores que son demasiado pequeños para dar su consentimiento válido. Acondicionar a los niños para que crean en el absurdo de que podrían “nacer en el cuerpo equivocado” y que una vida de químicos e intervenciones quirúrgicas para personificar el sexo opuesto es “normal y saludable” es un abuso infantil.

Coordinadora Nacional Pro Familia

 

 

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