El mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán, cabecilla del Cártel de Sinaloa y uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo, fue sentenciado este 17 de julio a cadena perpetua y a 30 años adicionales de prisión por una corte de Nueva York (Estados Unidos), en un fallo considerado “correcto” y “prudente” por el obispo de una de las zonas más violentas de México.
En diálogo con ACI Prensa, Mons. Salvador Rangel, Obispo de Chilpancingo-Chilapa, en el estado mexicano de Guerrero, señaló que “yo creo que existe la justicia de parte de Dios y la justicia humana”.
“Yo creo que se le hizo un juicio correcto. Yo confío más en las leyes americanas que en las mexicanas, y creo que juzgaron prudente dar esa condena a cadena perpetua más 30 años”.
De acuerdo a un comunicado de prensa del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Guzmán fue encontrado culpable de “ser un líder principal de una empresa criminal continua –el sindicato de crimen organizado mexicano conocido como el Cártel de Sinaloa– una acusación que incluye 26 delitos relacionados con drogas y una conspiración de asesinato”.
Además, la Corte determinó que “El Chapo” Guzmán deberá pagar 12 mil 600 millones de dólares.
En declaraciones a la prensa, el fiscal para el Distrito Este de Nueva York, Richard P. Donoghue, aseguró que “el mismo destino espera a aquellos que tomen su lugar”.
El capo del narcotráfico nacido en el estado de Sinaloa, al norte de México, estuvo activo desde mediados de la década de 1980. Fue arrestado en 1993, pero escapó de prisión en 2001.
Guzmán fue arrestado nuevamente en 2014 y fue encerrado en una prisión de máxima seguridad, pero escapó al año siguiente.
Las autoridades mexicanas lo capturaron por tercera vez en 2016 y fue extraditado a Estados Unidos en 2017.
De acuerdo al Departamento de Justicia, el proceso al que fue sometido el narcotraficante evidenció los mecanismos usados por el Cártel de Sinaloa para transportar toneladas de drogas a Estados Unidos, así como la violencia desplegada “para mantener su poder en toda la región y más allá”.
Para Mons. Rangel, la sentencia a “El Chapo” Guzmán “es el fruto de los actos delictivos que él hizo, y creo que en concreto que esto debe ayudar a que otros muchos delincuentes vean que tarde o temprano tendrán que afrontar a la justicia y que todos tenemos que responder por las obras malas que hayamos hecho”.
“Creo que es una sentencia justa la que se le está dando a este señor y sobre todo que sea un ejemplo a todos los demás”, insistió.
“Ojalá que esto ayude a frenar un poco también la delincuencia aquí en México”, añadió.
México vive una espiral de violencia que parece no encontrar fin. De acuerdo al Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal A.C., 15 de las 50 ciudades más violentas del mundo durante 2018 fueron mexicanas.
De acuerdo al Instituto para la Economía y la Paz, México figuró entre los 24 países más violentos de 2018. Guerrero, el estado en el que se encuentra la diócesis de Mons. Rangel, fue el segundo estado más violento del país en ese mismo año, de acuerdo a la misma organización.
De acuerdo al diario mexicano El Universal, los primeros seis meses de 2019 han sido los más violentos de los que se tenga registro en la historia de México.
El Obispo de Chilpancingo-Chilapa, que evangeliza en territorios con fuerte presencia del crimen organizado, señaló que “todos nosotros tenemos derecho a vivir en paz, a vivir tranquilos, porque la oportunidad de vivir solamente la tenemos una vez y vale la pena vivir bien. Dios quiere que vivamos bien”.
Sin embargo, lamentó, “las circunstancias que se dan en México son muy difíciles. Yo creo que lo que afecta más es la corrupción en que se está viviendo desde los niveles de gobierno, así como en la misma sociedad, en el comercio”.
“Al final, lo que predomina es la conveniencia política y económica, y creo que difícilmente van a desaparecer estos grupos delincuenciales mientras no lleguemos a la raíz del problema: por ejemplo, la falta de oportunidades de estudiar, económicas”, afirmó.
Para el Prelado mexicano es clave “rehacer el tejido social, que se nos ha descompuesto. Y esto, lo sabemos, solo se puede lograr a base de principios y valores”.
“Debemos apuntalar los valores desde la familia, la escuela, la sociedad, la Iglesia. Todos debemos apuntar a esos valores, porque desgraciadamente tenemos generaciones carentes de esos valores”, indicó.
Tras recordar la violencia con la que el crimen organizado tortura y asesina a sus víctimas, Mons. Rangel señaló que “tenemos que enseñarles que debemos amar la vida, respetarla y cuidarla”
Fuente: ACI prensa