Jeanette tenía dos años cuando hombres armados con machetes ingresaron a la iglesia donde estaba escondida con su madre y hermanos, y asesinaron a todos los que encontraron a su paso, sin embargo la pequeña se salvó y fue llevada a Italia donde vivió por 23 años, hasta que finalmente, gracias a la persistencia de su hermano, pudo reencontrarse con su familia biológica.
La historia de Jeanette, cuyo nombre original era Beata Nyirambabazi, tuvo lugar durante la masacre que en 1994 ensangrentó Ruanda, cuando la tribu mayoritaria de los hutus intentó exterminar a los tutsis, dejando cientos de miles de muertos.
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— allAfrica.com (@allafrica) 16 de octubre de 2017
El intento de exterminio comenzó entre el 6 y 7 de abril de 1994 luego del asesinato del Presidente Juvénal Habyarimana, de etnia hutu.
El 7 de abril los extremistas hutus comenzaron a quemar las casas de la minoría tutsi.
La madre de Beata, también de etnia tutsi, tomó a sus dos hijas gemelas y a su hijo y los llevó a la iglesia católica de Nyamata con la esperanza de protegerse de los asesinos, sin embargo, los atacantes arrojaron granadas y lanzas contra el templo, dejando entre el 14 y 16 de abril unos 5.000 muertos.
Los pocos sobrevivientes se refugiaron en arbustos cercanos, pero más tarde muchos fueron encontrados y asesinados por grupos de milicianos. En el caso de Beata, fue rescatada de entre los miles de cadáveres que yacían en la iglesia, entre los cuales estaban su madre y sus dos hermanos.
Luego de ser encontrada, la niña de dos años fue llevada a un orfanato.
Su padre Leonard Sebarinda estaba escondido en otro lugar en el momento de la masacre. Durante días estuvo buscando a su familia hasta que finalmente halló a Beata en el orfanato, junto con otros niños que habían perdido a sus familiares.
Sebarinda dijo al East African que luego de confirmar que era su hija, la dejó en el orfanato “con planes de volver” y llevársela.
Sin embargo, la niña fue transportada a Europa con otras decenas de menores para ser adoptados, incluso algunos de ellos con familia todavía viva en Ruanda. A Sebarinda solo le dijeron que Beata había sido llevada a Italia, sin darle mayor información.
La niña fue adoptada y le dieron el nombre de Jeanette Chiapello.
Años después, uno de sus hermanos, Vincent Twizeyimana, inició una búsqueda que duró una década. Fue al orfanato donde estuvo temporalmente la niña, consiguió algunas fotos y finalmente obtuvo su nuevo nombre y correo electrónico.
Al principio la joven rechazó el contacto, señalando que era huérfana y que no podía ser la persona que Twizeyimana estaba buscando.
Sin embargo, a inicios de este año Chiapello contactó a Vincent a través de Facebook. Una prueba de ADN confirmó que eran hermanos.
Acompañada por su esposo italiano, Chiapello viajó a Ntarama en el distrito de Bugesera a principios de octubre, donde fue recibida con una ceremonia tradicional y pudo conocer a sus familiares, entre quienes estaba su padre Leonard Sebarinda, ahora con 70 años de edad.
Como dejó Ruanda siendo una niña, Jeanette solo recuerda algunas palabras de kinyarwanda, su lengua natal, pero gracias a un traductor pudo relatar a su familia su vida en el orfanato y su posterior adopción por parte de una familia italiana.
Por su parte, después del genocidio las autoridades eclesiásticas cedieron la iglesia de Nyamata al gobierno ruandés, que convirtió el templo en un memorial para recordar a las miles de víctimas.