No me sorprende, aunque sí me entristece, que casi siempre que pregunto a una persona católica sobre la DSI (Doctrina Social de la Iglesia) su respuesta inmediata es que desconoce por completo lo que es.
Hace algunos años, escuché a un maestro en una clase decir lo siguiente a sus alumnos (yo incluido): “En el mundo cada vez encontramos mayor índice de corrupción, injusticias, pobreza, falta de educación, carencia de buenos valores, etc. Ustedes como creyentes ¿Dirían que la Iglesia tiene algo que decir o hacer ante estas problemáticas? ¿Creen que podría solucionarlas?”
La respuesta fue muy discutida. Sin embargo, la mayoría de alumnos afirmó que aunque la Iglesia pueda opinar respecto a esta clase de problemas, no son asuntos que realmente le competen por su separación con el Estado.
Entonces el maestro replicó: “Con esa respuesta, queda claro que la mayoría de los cristianos católicos desconocemos la Doctrina Social de la Iglesia”.
Después continuó con una frase algo cómica pero que me puso a reflexionar bastante: “Se dice que la Doctrina Social de la Iglesia es de los tesoros más grandes que tenemos como católicos. Tan grande, que hemos decidido tenerlo bien guardado, enterrado profundamente, y ahora hasta se nos ha olvidado que lo poseemos”.
Aquel día supe que quería conocer más la DSI. Me intrigaba muchísimo saber sobre propuestas de la Iglesia a favor de una solución a los problemas que aquejan a nuestra sociedad diariamente. Es por eso que hoy también quiero compartirte un poco de esa valiosa información.
¿Qué es la DSI (Doctrina Social de la Iglesia)?
La DSI puede ser definida como el conjunto de principios y valores que la Iglesia ha rescatado y propuesto partiendo del Evangelio, para atender la realidad social, política y económica de toda la humanidad y así hacer un intento por resolver las distintas problemáticas de esta clase.
Desde el siglo XIX en la Iglesia contamos con una gran cantidad de documentos del Magisterio que nos hablan de diferentes alternativas para pensar nuestra realidad, tomar buenas decisiones y hacer algo por generar un cambio. Uno de los escritos más importantes durante este siglo fue la encíclica Rerum novarum, promulgada el 15 de mayo de 1891 por el Papa León XIII. De verdad te invito a leerla, pues contiene información muy valiosa aún para nuestros días.
Como mencionaba anteriormente, la DSI es un tesoro tan valioso que a muchos dirigentes en el ámbito sociopolítico que acostumbran a abusar del pueblo, quizá hasta les convenga que la Iglesia no lo comparta con los fieles, porque así tal vez comenzaría a manifestarse la justicia que tanto anhelamos.
Pero hoy te digo que si seguimos dejando aquel tesoro enterrado es simplemente por culpa nuestra, pues nadie nos ha impedido darlo a conocer.
Y ahora que sabes algunos minúsculos pero importantes datos sobre la DSI, sería fantástico que por tu cuenta tengas la inquietud de profundizar más sobre el tema e incluso leer todos aquellos valiosos documentos que la componen. Por lo pronto, te dejo a continuación los principios generales por los cuales se rige la DSI y de dónde han sido tomados, para que les eches un vistazo y como nuestra madre María los medites y guardes en tu corazón y los pongas en práctica siempre.
Principios de la Doctrina Social de la Iglesia
1- Principio de la dignidad de la persona humana
Como católicos, por supuesto que muchos sentimos la necesidad de proteger la vida humana a toda costa. Actualmente, se nos hace cada vez más difícil argumentar a favor de ella en una sociedad tan relativista y subjetivista. La DSI defiende a capa y espada la dignidad de la persona, y la tiene como primer principio base, por lo que nos regala una serie de reflexiones para que seamos nosotros quienes lleven a cabo esa labor protectora en nuestra familia, escuela, lugar de trabajo, etc.
Para comenzar a meditar este principio puedes partir de la carta encíclica Solicitudo Rei Socialis del Papa Juan Pablo II. Y aunque no es propiamente una encíclica social, te recomiendo personalmente la Humanae Vitae de Pablo VI.
2- Principio del Bien común
Como verdaderos cristianos debemos saber mirar a cada miembro de la sociedad como un hermano. De modo que este principio, que está muy ligado al primero, promueve una actitud de justicia para buscar que todos tengamos las mismas oportunidades de vivir dignamente en la sociedad, por ejemplo, en el ámbito socio-económico.
Puedes tomar como referencia los números 1906 al 1909, y 1912 del Catecismo de la Iglesia Católica.
3- Principio de destino universal de los bienes y propiedad privada
Dios sin duda ha puesto los bienes del mundo a disposición de todos sus hijos, nadie debería quedar privado de los recursos naturales que por la bondad del Padre hemos recibido. Por lo tanto no es bueno abusar de ellos y debemos encontrar vías adecuadas para su administración.
Sin embargo, no por ello la Iglesia está en contra de la propiedad privada, pues disfrutar de los bienes naturales del mundo requiere un esfuerzo que, mientras unos llevan a cabo con honestidad, dedicación y amor, otros simplemente prefieren esperar cómodamente que su vida se solucione como por arte de magia.
Así pues, este principio está estrechamente relacionado con poner en marcha la justicia distributiva, y puedes encontrarlo en los números 171 al 184 del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia.
4- Principio de solidaridad
Muchas veces nos es difícil ponernos en los zapatos de alguien más cuando tiene algún problema. La práctica de este principio de solidaridad es vital para que dentro de nuestra comunidad, colonia, delegación, parroquia, etc., sepamos ayudarnos mutuamente entre todos cuando existe algún problema de carácter social o económico.
Recuerda que no sabemos si el día de mañana seremos nosotros quienes requieran de la ayuda de los demás.
También podrás encontrar fundamentos de este principio en la encíclica Solicitudo Rei Socialis.
5- Principio de subsidiariedad
Es gracioso que éste es siempre el más difícil de pronunciar, así que practica decirlo y escribirlo constantemente, te será de gran utilidad. Muchas veces podemos encontrar grandes sectores de población que merecen las mismas oportunidades que nosotros, pero quizá tienen alguna dificultad en cuestión de infraestructura urbana o falta de recursos de cualquier otra índole. A veces nos es muy difícil solucionar esto por nosotros mismos, y este principio nos motiva a echar mano de organizaciones benéficas y principalmente del Estado, notificándoles para que den el debido subsidio a los grupos sociales que lo requieren. También podemos fomentar campañas para poner nuestro granito de arena en la solución.
La subsidiariedad la encontrarás mencionada constantemente en la encíclica Rerum novarum, y también puedes leer algo al respecto en la encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII, en la constitución Gaudium et Spes, y en el Compendio de la DSI.
6- Principio de participación social
Si el primer principio nos dice que como seres humanos todos tenemos la misma dignidad, consecuentemente todos tenemos el mismo derecho a participar del desarrollo de la sociedad y ser tomados en cuenta. Cada día encontramos personas que son discriminadas, maltratadas, no respetadas, y sufren distintos tipos de violencia.
Con esas acciones muchas veces dejamos que algunas personas se sientan menos, y por lo tanto excluidas de la sociedad. Todos podemos aprender de todos. Nadie es perfecto. Y personas inicialmente excluidas de sus grupos sociales nos han dado lecciones extraordinarias a lo largo de la historia, demostrando el gran valor de su participación social.
Puedes profundizar este principio en el Compendio de la DSI, e igualmente en las cartas encíclicas que mencioné para el principio anterior.
Después de compartir contigo estos principios generales de la DSI (no son los únicos, aunque sí los de mayor importancia), cabe mencionar que todos los documentos a los cuales hice referencia en este pequeño artículo están a tu disposición, completamente gratuitos, en el sitio web del Vaticano.
Así que ya no tienes ningún pretexto para ir a leerlos y enterarte de todas las herramientas que nuestra Iglesia nos ofrece para seguir enfrentando las crisis de nuestra realidad y así continuar siendo constructores del Reino aquí en la Tierra.
Te agradezco infinitamente por haberte tomado el tiempo de leer este breve escrito y sería genial que compartas el gran tesoro que la DSI tiene para ofrecer al mundo. ¡Bendiciones!