El Cardenal Gerhard Müller reflexionó sobre el avance de la ideología de género en el mundo y consideró que esta ha florecido en el vacío dejado por el colapso del fascismo y el comunismo soviético como una “nueva religión”.
“El marxismo y el fascismo, la ideología anticristiana, cayeron. El capitalismo está en crisis. Había lugar para la verdadera filosofía, para la teología, para la religión cristiana. Pero la gente prefirió inventar una nueva religión, que cree en el ser humano en vez de Dios”, dijo el Prefecto emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe el 25 de mayo.
El cardenal hizo esta declaración antes de la presentación de la edición italiana del libro “Why I Don't Call Myself Gay” (Por qué no me llamo gay), de Daniel Mattson.
“Las personas no pueden clasificarse según su orientación sexual”, dijo el Cardenal Müller. “No tenemos seres humanos más especiales que otros. El hombre debe describirse de acuerdo a su persona y al hecho de que es creado a imagen y semejanza de Dios y su vocación a la vida eterna”.
Refiriéndose a la pastoral para los homosexuales, el cardenal señaló que “la Iglesia siempre ha tenido respeto hacia cada persona humana, más allá de cualquier categorización”.
También enfatizó que “en la ideología de género se pueden contar docenas de géneros, mientras que el ser humano es creado como hombre y mujer: esta es nuestra naturaleza, y la voluntad de Dios creador se expresa en esta naturaleza”.
El Cardenal Müller subrayó que las personas “deben resistir a quienes se organizan como un grupo ideológico y quieren cambiar a toda la sociedad, imponiendo su pensamiento en cada pueblo”.
Esa es “una imposición de un pensamiento único”, ya que los grupos ideológicos “atacan a todos los que no piensan como ellos, insultan, incluso destruyen la dignidad humana de las personas que piensan de manera distinta”.
Dijo que estas personas forman “un lobby, una organización con sus propios intereses”.
“Podemos hablar de cualquier cosa en el secreto de confesión y con cuidado pastoral, pero ningún hombre puede identificarse con una categoría que no existe en la realidad”, agregó.
También hizo hincapié en que esta construcción proviene del pensamiento marxista, ya que “la lógica marxista afirma que la mente no reconoce la realidad, sino que construye la realidad: cuando el partido comunista dice que 2 + 2 es 5, todo el mundo debe creer.”
Sobre Daniel Mattson
En el libro “Why I Don't Call Myself Gay” (Por qué no me llamo gay), David Mattson combina su autobiografía, filosofía de vida y una guía práctica de la vida en castidad. La edición en inglés tiene un prólogo del Cardenal Robert Sarah y ha sido recomendado por varios arzobispos.
Mattson reconoce que desde niño experimentó una atracción hacia el mismo sexo, pero vive en castidad y forma parte de la organización Courage, que asiste a personas que como él quieren vivir una vida casta marcada por la oración, el compañerismo y el apoyo mutuo.
El Cardenal Müller elogió a Mattson, miembro de la organización Courage, por no etiquetarse como gay, sino como “Hijo de Dios”.
Ideología de género e Iglesia Católica
La ideología de género y el cuidado pastoral para las personas homosexuales se encuentran entre los temas más discutidos en la Iglesia Católica.
La Congregación para la Doctrina de la Fe emitió en 1986 una Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, en la que se alienta a los pastores a que “promuevan en sus diócesis una pastoral que, en relación con las personas homosexuales, esté plenamente de acuerdo con la enseñanza de la Iglesia.”.
“Ningún programa pastoral auténtico podrá incluir organizaciones en las que se asocien entre sí personas homosexuales, sin que se establezca claramente que la actividad homosexual es inmoral. Una actitud verdaderamente pastoral comprenderá la necesidad de evitar las ocasiones próximas de pecado a las personas homosexuales”, agrega el documento.
En su Pontificado, el Papa Francisco ha hecho reiteradas advertencias sobre los peligros de la ideología de género, y pocos meses antes de renunciar, el Papa Benedicto XVI hizo lo mismo.
En su saludo final de Navidad a la Curia Romana, el 21 de diciembre de 2012, Benedicto XVI dijo que “la falacia profunda de esta teoría y de la revolución antropológica que subyace en ella es evidente. El hombre niega tener una naturaleza preconstituida por su corporeidad, que caracteriza al ser humano. Niega la propia naturaleza y decide que ésta no se le ha dado como hecho preestablecido, sino que es él mismo quien se la debe crear”.