El nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue investido este martes 1º de enero en el cargo y realizó dos breves discursos que entusiasmarían a cualquier activista del movimiento profamilia.
Fueron intervenciones cortas, directas y contundentes, en las que dejó plasmado un mapa inicial de lo que será su gobierno. Y en ambos fue claro: “valorizaré la familia y combatir la ideologia de género”.
Evidentemente, el mensaje no se redujo a esto. El mandatario también señaló como prioridades el combate a la corrupción, a la criminalidad, a la crisis económica y al desempleo, así como garantizar servicios de salud y educación básica de calidad.
Sin embargo, es profundamente significativo que Bolsonaro haya dado un énfasis especial a la familia y al combate de la perspectiva ideológica de género en su primer día de gobierno, quebrando, sin complejos, la barrera impuesta por lo políticamente correcto.
En el discurso ante el Congreso Nacional, luego de la acto solemne de investidura, el presidente dijo que va a “unir al pueblo, valorizar la familia, respetar las religiones y nuestra tradición judeocristiana, y combatir la ideología de género, conservando nuestros valores”.
“Brasil volverá a ser un país libre de amarras ideológicas”, advirtió.
Poco después, en su mensaje al pueblo, al recibir la banda presidencial de Michel Temer en el parlatório del Palacio de Planalto, aseguró que iniciaba un nuevo tiempo para liberarse del “socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correto”.
Apuntó que las “elecciones dieron voz a quién no era escuchado, y la voz de las calles y de las urnas fue clara”.
“No podemos dejar que ideologías nefastas vengan a dividir a los brasileños; ideologías que destruyen nuestros valores y tradiciones, destruyen nuestras famílias, que son la base de nuestra sociedad”.
Y reiteró: “entre los desafios que enfrentaremos están la ideologización de nuestros niños, la tergiversación de los derechos humanos y la decontrucción de la familia”.
Estas palabras son el sueño de cualquier activista en favor de la familia y un alivio para los millones de padres y madres que han dado una dura batalla durante los últimos años para frenar la imposición vertical y transversal de la ideología de género en el sistema educativo.
Un oasis para los profamilia
Aunque en los gobiernos del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), de 1995 a 2002 con Fernando Henrique Cardoso, y del Partido de los Trabajadores (PT), de 2003 a 2010 con Luiz Inácio ‘Lula’ da Silva, dieron impulso a la perspectiva ideológica de género, fue la también petista Dilma Rousseff quien de 2011 a 2016 lanzó la ofensiva más radical.
Intentó “legalizar” a como diera lugar la “perspectiva de género” en las directrizes de educación en todos los niveles de gobierno. Esta estrategia fue operada desde el Ejecutivo Federal, presionando a todos los órganos legislativos y a los Ejecutivos estatales y municipales.
Hubo una inversión maciza de la estructura burocrática y de recursos públicos, y el petismo contó con el apoyo de los sindicatos magisteriales, de la élite intelectual, de fundaciones internacionales y de prácticamente todos los medios de comunicación. Parecía que la jugada estaba ganada.
El resultado, sin embargo, fue sorprendente: se generó una especie de revuelta popular que polarizó a la sociedad y colocó, poco a poco, al petismo y a sus aliados “progres” contra las cuerdas.
Quedaron limpios de ideología de género el Plan Nacional de Educación (PNE); los Planes Estatales de Educación (PEE's) de 14 de las 27 entidades federativas, en una de ellas – Rio de Janeiro – aún no se vota -, y casi 70% de los Planes Municipales de Educación (PME's) de los 5 mil 570 de todo el país.
Fue toda una hazaña que aún no ha sido debidamente narrada y Bolsonaro fue uno de los parlamentarios que se incorporó sin imponer condiciones en esa lucha popular. Por eso, la gran mayoría de militantes del movimiento profamilia lo respaldaron de forma clara y eficaz cuando los estudios demoscópicos evidenciaron que tendría condiciones reales de enfrentar al candidato del PT en el proceso electoral del año pasado.
Tres garantías
Por si fuera poco, Bolsonaro colocó una especie de “garantías” para esa agenda en su gobierno: tres ministros clave que tienen el aval del movimiento profamilia.
Se trata de los titulares de Educación, el filósofo y académico Ricardo Vélez; de Relaciones Exteriores, el diplomático Ernesto Araújo; y del nuevo ministerio de Mujer, Familia y Derechos Humanos, la abogada y activista provida y profamilia Damares Alves.
Vélez tiene un ambicioso proyecto para revolucionar la alfabetización de niños y elevar el nivel de la educación básica cortando las ataduras ideológicas a las que ha estado sujeta durante décadas. Es favorable al movimiento ciudadano Escuela sin Partido y anunció que la ideologización de género será combatida.
Quiere que el princípio de subsidiariedad sea eje rector de las relaciones entre el Estado, los profesores y las familias, devolviendo a éstas su papel protagónico en la educación.
Damares, por su parte, tiene un ministerio ad hoc. Ha dicho que dará visibilidad a los sectores de mujeres que son más marginadas en el país y respaldo integral a las que se encuentran en situación de vulnerabilidad, algo que no está en el radar del movimiento radical feminista.
Además se comprometió a que combatirá de forma contundente el abuso infantil y que colocará la familia en el centro de las políticas públicas del gobierno. Para ello, Damares ha hecho un nombramiento clave.
La responsable de la Secretaria Nacional de Familia, integrada al ministerio, será Angela Gandra Martins, abogada, doctora en filosofía del Derecho y miembro de la Unión de Juristas Católicos de São Paulo. Es también, desde su ámbito, una reconocida defensora de la vida y la familia, e hija del connotado jurista Ives Gandra.
Y en el frente externo estará Araújo, que ha señalado que la política externa de Brasil se pautará por los valores y tradiciones de los brasileños, que no se someterá a presiones globalistas ni a la agenda internacional “progresista”: ni aborto, ni género, ni migraciones indiscriminadas, ni ambientalismo radical estará entre sus pautas.
El combate al socialismo
Bolsonaro sabe que requerirá de respaldo popular, pues tendrá al sistema y al circulo rojo en su contra, por lo que, frente a las 120 mil personas que participaron de su investidura, lanzó un llamado: “les convido a iniciar un movimiento para que todos juntos, usted, yo, y nuestras familias, restablezcamos los padrones éticos y morales que transformarán nuestro país”.
Todo esto, en la perspectiva de Bolsonaro, implica un combate al socialismo y a su lógica de conflicto.
En una gesto harto significativo, al finalizar su breve discurso al pueblo, sacó del bolso una bandera de Brasil y la extendió pronunciando las siguientes palabras: “nossa bandera jamás será vermelha”.
Esta frase, “nuestra bandera jamás será roja”, fue uno de los gritos de batalla del movimiento multitudinario y popular que derrumbó a la presidente Dilma Rousseff a través de un proceso constitucional de impeachment.
En el momento que pronunció la icónica frase, los asistentes vibraron y rompieron en aplausos. Y Bolsonaro, visiblemente emocionado, completó: “y si llega a teñirse de rojo, será por nuestra sangre, que garantizará que jamás deje de ser verde-am