Prepárate. Un día, tú y tu hija estarán esperando al fondo de una iglesia. Ella, emocionada, te agarra del brazo. Tú miras al final del pasillo central, más allá de las filas de familiares y amigos sentados, donde un joven nervioso espera, también, cerca del altar. Y entonces te haces una pregunta: ¿Cómo ha hecho mi pequeña para crecer tan rápido? ¿Será feliz?
Probablemente serás muy feliz. Pero quizás te atraviese una duda: ¿será mi hija feliz también? ¿Ha tomado una buena elección? Si pudieras escoger el esposo de tu hija, ¿a quién elegirías? Sin duda, un hombre fiel y comprometido. Un hombre trabajador, sensible, honesto y valiente. Pondrías especial cuidado en encontrar alguien que la protegiera lo mejor posible.
Pero será tu hija quien elegirá al hombre de su vida, no tú. Sin embargo, juegas un importante papel en su elección de su corazón. Juegas la baza del ejemplo, tu ejemplo. Ese hombre ideal para ella, de quien acabas de esbozar el retrato soñado, te corresponde a ti encarnarlo. Así, inspirarás a tu hija en su propia elección.
Por ello hoy nos gustaría animarte a plantearte las siguientes preguntas:
- ¿Estoy dirigiendo mi vida de forma justa?
- ¿Soy honesto?
- ¿Trabajo duro por el bien de mi familia?
- ¿Protejo bien a mi familia: a mis hijos, a mi esposa?
El padre traza el camino
“No son preguntas fáciles, pero si deseas un buen matrimonio para tu hija, por ahí es por donde se comienza. Si eres un hombre íntegro, entonces le enseñarás a buscar la integridad en su futuro marido”, aconseja Meg Meeker, médico especialista en adolescentes y autora del libro récord de ventas Padres fuertes, hijas felices: 10 secretos que todo padre debería conocer.
Su libro es una auténtica joya para todos los padres, pero no solamente para ellos. Apoyándose en observaciones sobre familias y jóvenes durante casi treinta años, demuestra que es el padre, más que cualquier otra persona, quien traza el camino de la futura realización de su hija. Es él quien le dará la fuerza y la capacidad de afrontar las pruebas de la vida, de tener éxito y desarrollarse plenamente.
Arañando algunas corrientes feministas que pretenden sofocar la masculinidad, Meg Meeker muestra que lo que permitirá a una niña ser feliz es un padre sólido y firme en los valores esenciales, un padre convencido de que lo que puede aportar a su hija es decisivo y bello.
Sé un hombre íntegro que inspire confianza
Para que tu hija sepa qué es un buen hombre, necesita conocer a alguno. Necesita reconocer un modelo de masculinidad en ti: un hombre íntegro que inspire confianza y respeto. Eso significa que tú debes mostrarle que vives honestamente, que llevas una vida dedicada a tu familia y que estás listo para sacrificarte por ella.
Que vives con honestidad, lo cual no es únicamente decir la verdad, sino también no tener secretos. El secreto aísla a las personas. Impide una relación profunda. Es en el fondo una confesión de debilidad. Sin duda quieres un yerno que no tenga nada que ocultar, con quien la relación con tu hija se base en la verdad.
Según observa Meg Meeker, si, como marido y como padre, “vives sin secretos, entonces tu hija probablemente no tendrá ninguno. Sin embargo, si le ocultas cosas, es muy probable que ella haga lo mismo. Es importante que le hables de la importancia de la verdad. Enséñale a reconocer la mentira en los demás. Muéstrale que no puede existir una relación profunda entre vosotros si la mentira se instala y, por tanto, la confianza desaparece”.
Por supuesto, no siempre es fácil estar a la altura de este modelo de integridad. Sin embargo, ten claro que tu hija estudia tus pensamientos y tus comportamientos constantemente. Se pregunta a menudo si le ocultas alguna cosa. Y puedes estar seguro de que sabrá sonsacártelo: los niños tienen ese talento para percibir las cosas.
Enséñale que la felicidad está en los demás
Desde la más joven edad, los hombres se forman para triunfar en la vida profesional. La mayoría de ellos miden su éxito y su felicidad en función de su éxito económico, creyendo que tener más les hará más felices: ganar más dinero, demostrar su holgura material, tener una mujer más guapa y más deslumbrante que las demás. Sin embargo, esta ilusión de riqueza no conduce a la felicidad, sino a la insatisfacción.
La auténtica satisfacción proviene del ser y no del tener, de aquello que somos y no de aquello que tenemos. “Un hombre íntegro manifestará este sentimiento de satisfacción y, por consiguiente, dispondrá de una formidable libertad interior. Sabrá enseñar a su hija una auténtica lección sobre las prioridades de la vida. Sin embargo, si no reconcilia sus necesidades y deseos con la honestidad, la integridad y la humildad, su hija tampoco lo hará… ni el hombre al que despose”.
¿Quieres que tu hija se case con un hombre que crea que la vida con tu hija es insatisfactoria y que coloque a tu hija detrás de su búsqueda del “siempre más”? Lo buscará fuera de su pareja y le hará sufrir. Sin embargo, si ella te ve que, como padre, estás sumergido en esta búsqueda del “siempre más”, ella misma se convencerá de que hay que buscar “siempre más” para tener una vida mejor.
Comparte con ella tu búsqueda de libertad interior
Si le enseñas, por ejemplo, que la felicidad consiste en tener un salario mayor, un apartamento más grande y unas vacaciones más lujosas, entonces ella seguirá tu ejemplo abandonando, quizás, su vida familiar para ir a buscar una vida mejor. Y tu yerno, elegido por ella según este criterio, pedirá también a su mujer “siempre más”: más belleza, más elegancia, más éxito social…
Esa misma insatisfacción es la que hará infeliz a tu hija. Muestra a tu hija que la felicidad viene de las relaciones con los demás. Que es la calidad de esas relaciones donde está la fuente de la verdadera dicha. Lo mismo que quieres que piense tu yerno. Enseña a tu hija qué es lo esencial en la vida, así ella buscará un marido que piense igual.
Dile que ella es el regalo más grande de tu vida
Quienes saben sobrevivir a las tragedias o a los accidentes de la vida son los más fuertes. Quienes saben seguir viviendo a pesar de las dificultades e incluso de la pérdida de bienes materiales han centrado su vida en los valores más importantes, los del ser y no los del tener. Así es como podemos vivir sin miedo.
La buena vida no depende de la riqueza material. El verdadero regalo de la vida está en el amor, en aquellos a quienes se nos ha dado amar según su ser y no según su apariencia o sus posesiones. Si vives pensando así, entonces tu hija sabrá que ella es el regalo más grande de tu vida. Un regalo que cambió tu vida gracias a su amor. Díselo a tu hija, no dudes en repetírselo, debe estar convencida de ello.
Cuando ella elija un marido, buscará también a un hombre que la considere un regalo, una bendición. Al mostrarle a tu hija esta libertad interior, cambiarás su futuro. Ella entenderá lo que es ser un hombre íntegro y un día te presentará a un yerno en el que tendrás plena confianza.
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