La Teología del Hogar es un concepto que nos ayuda a entender cómo convertir nuestros hogares en lugares de encuentro con Dios, de oración y acogida a los demás. Nuestras casas son esas sencillas iglesias domésticas que se convierten en un anticipo del Cielo y el encuentro final en la casa del Padre.
Este concepto surge del libro «Theology of Home» escrito por dos autoras norteamericanas Carrie Gress y Noelle Merring. Ellas descubrieron la importancia de ver al hogar como un santuario y al trabajo doméstico como una forma muy concreta de vivir la santidad.
Te comparto 4 puntos que te ayudarán a entenderlo ¡y vivirlo!
1. Teología del Hogar: convertir nuestro hogar en un lugar de santidad
La Teología del Hogar no es una guía de decoración, recetas o consejos de limpieza. Es más bien una manera de comprender que podemos hacer uso de algunos elementos como un medio para vivir nuestra vida cotidiana en la presencia de Dios.
¿Cómo podemos hacerlo? Un ejemplo muy concreto es poner a la vista objetos y elementos que nos ayuden a hacer oración y a vivir nuestra fe. Pueden ser pequeños crucifijos, cuadritos, estatuillas… pero también velas que además de dar calidez nos recuerden el tiempo litúrgico con sus colores.
Además de los objetos materiales, la idea es crear tradiciones que nos ayuden a crecer como familia. Por ejemplo: bendiciendo los alimentos, creando un espacio de oración y agradecimiento familiar en la noche, etc.
2. Las comidas como un espacio para compartir y amar mejor
Jesús compartió muchas comidas y eventos familiares, pasándola bien con su familia y amigos, acompañados de un buen vino. Así también para nosotros, las comidas compartidas y las sobremesas largas son esos momentos inolvidables de los que nos encanta ser parte.
Pero, además de los grandes eventos, la alimentación ocupa un lugar central en todos los hogares. Vivas solo, con pareja o una gran familia, la lista de compras y la preparación de las comidas son indispensables.
Es decir, la comida es un elemento trascendental en la vida de las personas. Pero, más allá de alimentarnos, tiene un significado mucho más profundo: alimentar nuestras relaciones familiares y de amistad, demostrar afecto y acogida, compartir un espacio de diálogo.
Además, para los católicos la comida tiene un sentido ceremonial. Como dice Isis Barjas en su artículo sobre este tema, «nuestra vida litúrgica está marcada por los tiempos de ayuno y de fiesta, y en con cada Eucaristía recibimos al mismo Cristo como alimento».
3. El don del servicio
En un mundo donde el servicio a los demás ha perdido todo su valor, no es fácil ver la compatibilidad entre el éxito del mundo y el servicio en las tareas de la casa y el cuidado a los seres queridos.
Pero, en realidad, el éxito profesional se debería buscar en función del hogar, para el bien de la familia, y no al contrario. Por eso es tan importante darle el lugar que le corresponde a este pedacito de Cielo donde nos hacemos más plenos en la medida que nos donamos al otro.
4. Teología del Hogar: convertir nuestra casa en un lugar de acogida y evangelización
Como última clave, nuestra casa es también un lugar de acogida y un espacio de evangelización para quienes nos visitan.
Nosotros no vivimos en un lugar aislado del mundo. ¡Todo lo contrario! Estamos llamados a abrir las puertas de nuestro hogar a otros, a ser hospitalarios y hacerles sentir esa acogida de la que nos habló Jesús en la parábola del Hijo Pródigo.
Fuente: catholic-link.com