Cada vez que se habla del voto útil, se habla también de que el voto sea razonado. Nada más lógico y primordial. De hecho, todas las decisiones de vida que tomemos deben ser razonadas, con la cabeza fría, y las emociones bajo el control posible.
Lo peor que se puede hacer, es tomar decisiones (como el quiénes gobernarán el país), bajo presiones de enojo, o viscerales en general. Hasta para el vengador, se le aconseja que “la venganza es un platillo que se come frío”, las decisiones como el voto deben ser platillos que se coman fríos.
Los peores consejeros para decidir el voto son la ira, la animadversión, o el miedo, por un lado, y por el otro la fascinación que produce el encantador de humanos, que seduce con lenguaje que no aporta nada real pero sí muchas promesas.
Como dentro de las ofertas de campaña, lo que más abunda son promesas de dádivas, nuevas o incrementadas, dinero, dinero y más dinero para diversos sectores sociales, la pregunta que los atraídos por la promesa NO se hacen y que deberían de hacerse es: ¿de dónde saldrá el dinero? Es una pregunta que sí se hace directamente a los candidatos y cuyas respuestas dejan desde mucho hasta todo que desear.
Pero vayamos al solicitado voto útil que se pide, ante la preocupación de que un candidato con claro perfil mesiánico llegue al poder y desbarate al país. El voto útil debe ser el razonado, efectivamente. Y la recomendación inicia con el pensar con la cabeza lo más fría, tranquila que se pueda. Luego sigue lo más importante: informarse lo mejor posible sobre las personalidades de los candidatos y, algo muy olvidado: quiénes son las personas con las que gobernaría si gana.
La gran mayoría de quienes declaran que votarán por el candidato mesiánico, lo hacen, no porque sea confiable, sino por enojo, que llega a la ira, de no apoyar a los partidos que han gobernado y que se les etiqueta de corruptos, básicamente.
Este voto a favor del mesiánico no es razonado, en general, salvo un sector que cree realmente en sus promesas, o que se ha tragado el culto a la personalidad del mismo. Cuando se pide a sus simpatizantes que digan por qué gobernaría bien, normalmente no hay más respuesta que los otros lo harán mal, por corruptos.
Cuando al simpatizante del mesiánico se le quiere enfrentar con informaciones que le son desfavorables, la reacción instantánea, profundamente emocional, es de no querer saberlo, se niegan a razonar su voto, está decidido y ya. Pero hay que pedirles que razonen su voto, no está de más hacerlo.
Lamentablemente, parece haber una gran influencia sobre la intención de voto producto de la guerra sucia, de la burla, el sarcasmo y la insidia, los ataques grotescos contra los candidatos, llevan a decidir por otro candidato. Aquí, la razón está ausente: no se piensa, se actúa visceralmente. Las mentiras descaradas se aceptan sin reflexionarlas en su posible verdad o falsedad. No se cuestiona si son ciertas, se aceptan sin pensarlo, visceralmente.
El voto razonado, es el que procesa información suficiente, que ha sido precedido por la búsqueda de esa información, de comentarios expertos y que ha hecho comparaciones. Si se trata de voto útil, se debe proceder así: informarse muy bien y decidir con la cabeza fría.