En Hazte Sentir te invitamos a un recorrido por la vida de los papas en la Historia de la Iglesia.
Simón, llamado más tarde Pedro por Jesús, nació en Betsaida y vivía en Cafarnaúm, donde se dedicaba a la pesca en el lago de Tiberíades. Junto a su hermano Andrés, fue invitado por el Maestro a dejar las redes y seguirlo, convirtiéndose en uno de los primeros discípulos de Cristo. Junto a Santiago y Juan, fue testigo de momentos clave del Evangelio: la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración en el monte Tabor y la agonía de Jesús en Getsemaní.
Pedro se distinguió por su carácter franco y su fe apasionada. No dudaba en preguntar, cuestionar o hablar en nombre de los apóstoles. Fue él quien, en medio del desconcierto de muchos discípulos, proclamó:
“Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
La confesión que marcó la historia
En Cesarea de Filipo, ante la pregunta de Jesús: “¿Quién dicen que soy yo?”, Pedro respondió con convicción:
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.”
Entonces, Jesús le confirió una misión única:
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.”
Así, un humilde pescador se convirtió en el fundamento visible de la Iglesia y en su primer pastor.
De la debilidad al liderazgo
Pedro, impulsivo y humano, también mostró fragilidad: protestó ante el anuncio de la Pasión, rechazó el lavatorio de los pies y negó conocer a Jesús. Sin embargo, el mismo Cristo lo confirmó en su fe, encargándole:
“Apacienta mis corderos.”
Tras la resurrección, Pedro asumió su papel de guía. Predicó con valentía, realizó milagros y enfrentó al Sinedrio. Fue el referente de los apóstoles y el primer testigo de la expansión del Evangelio. Su encuentro con Pablo consolidó los cimientos de la Iglesia naciente.
El martirio en Roma
Durante la persecución de Nerón, Pedro fue apresado y condenado a morir crucificado. Pidió ser colocado cabeza abajo, por no considerarse digno de morir como su Señor. Su martirio, ocurrido alrededor del año 67, marcó el inicio del legado papal. Sus restos reposan bajo la actual Basílica de San Pedro en el Vaticano, símbolo de la fe y del sacrificio que dio origen a la Iglesia católica.
