Busca cada día al menos un rato para poner en común pensamientos y vivencias (puede ser después de cenar). Haz un esfuerzo por no quedarte algo importante dentro. También es importante saber escuchar de verdad.
El anti-método para seducir a tu mujer después de haberte casado con ella
“El demonio tiene miedo de la gente alegre”, decía san Juan Bosco. Ok, tienes razón, hoy en día nadie cree en el demonio. Es una astucia suya. Te dirán que son cosas medievales. También el “hermano sol y la hermana luna” son cosas medievales. Y tantas otras. Lo sé, no es lo tuyo, pero sé inteligente y no te dejes engañar.
¿Quieres que te ame siempre y para siempre? ¿No es este el motivo por el cual sigues decidido mi anti-método, que en cuanto tal ni siquiera funciona? Entonces ríe. Incluso sin motivo. Mírala y ríe. Ella se enojará, pensará que le tomas el pelo. En parte es verdad, en parte explícale que así ahuyentas al demonio de su matrimonio. Luego añade que es hermosa, así no hará caso de lo que acabas de decir.
Si además de reír, logras hacerla reír, mucho mejor. Pero esto no es esencial. No siempre las esposas entienden nuestras sofisticadas bromas. Quédate tranquilo.
Tú ríe y no tengas miedo. El padre Amorth, exorcista, sostenía que el demonio se “hacía en los calzones”, cuando trataba con él. No sé si nos entendemos.
Por lo tanto, sé feliz. Ríe mucho y hazla reír, si es posible. Matarás dos pájaros de un tiro: ella te amará cada vez más (se sabe que las risas seducen más que los abdominales bien marcados – al menos es lo que yo creo, pero sobre todo espero) y el demonio estará bien lejos de ustedes.
Más aún, entrarán en un círculo virtuoso: porque el demonio odia que se amen. Amándose más, gracias a sus risas, no resistirá para nada. “Allí donde hay dos, está también Cristo; y donde está Él, no hay lugar para el maligno”, le escribió el buen Tertuliano a su esposa.
Una última sugerencia: combina las risas con una dosis masiva de Avemarías. Son su muerte. Del demonio, digo. El demonio no soporta a la Mamá.
Y sé perseverante. Bien, esto debería sobreentenderse, para quien aspira al amor eterno.