Cuando hablamos de matrimonio es común iniciar imaginando los arreglos, la música, las flores, la comida, el vestido, los invitados etc. Sin embargo, lo más importante es haber elegido correctamente a nuestra o nuestro compañero de vida.
Para ese entonces ya debimos saber cuáles son los hábitos de cada uno, como por ejemplo que no baja la tapa del baño, que come con la boca abierta o hasta que es incha de cierto equipo de futbol y también que a ella le encanta hacer compras cada fin de semana, no sabe cocinar o bien que todos los días tiene que tomar café con dos de azúcar. El caso aquí, es que, optar el matrimonio significa que aprendiste bastante de tu pareja y quieres pasar el reto de tu vida a su lado.
Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Genesis 2,24
No te voy a decir que el matrimonio es como los cuentos de hadas, donde no sabemos más allá de la boda y donde solamente nos dan la referencia de que “vivieron felices por siempre” que es precisamente lo que quiero que veas.
El felices por siempre no quiere decir que la pareja se mantuvo viéndose a los ojos con música de Disney en el ambiente, no. El felices por siempre en realidad es más complicado que eso. En el matrimonio habrá días que habrá que tomar decisiones donde tu esposa o esposo tendrá que ser tu prioridad por sobre tus padres, primos y escúchalo bien, sobre tus amigos.
El amor tendrá que ser lo recíproco entre ambos y cada día su prioridad sean ustedes, esto no es nada fácil porque habrá situaciones donde verán la tentación de escapar, pero en esos momentos será donde con mayor fuerza tendrán que elegirse una vez más.
Sea bendito tu manantial, y alégrate con la mujer de tu juventud, como cierva amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, y en su amor recréate siempre. Proverbios 5,18-19
Dentro del matrimonio hay muchas emociones como en una montaña rusa, se presentaran situaciones donde no querrán amarse pero tendrán que decidir amarse de todas formas porque eso de “en las buenas y en las malas” es muy en serio y es que la verdadera prueba de amor es tener la voluntad para resistir la tormenta. Ahora en este momento te pido que veas tus manos y veas las de tu pareja porque esas manos tendrán que sostenerse fuerte en los días que no se sientan bien, donde la soledad o la tristeza llegue, ahí tendrán que apretar fuerte y amar aún más.
Lo más importante aquí es que siempre en cada segundo que estén juntos inviten a Dios a su relación. Que esos momentos de fiesta Él esté ahí con ustedes rellenando vasijas con vino, que en los momentos tristes esté consolando sus corazones, en los de soledad que los abrace fuerte para hacerlos más unidos y su amor crezca. Que en los momentos de enfermedad esté ahí alentándolos a seguir a delante para que, finalmente el último día, cuando sea su último suspiro le digas al oído “ si pudiera volverte a elegir para acompañarme en esta vida, diría si acepto”.
Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe. Mateo 19,6
Fuente: Catoliscopio
Por: Humberto Nieto Chávez