Hoy muchos liberales confundidos se ponen del lado de los malos y tremendo favor le hacen a la izquierda con su ataque a la religión y la familia
Por estos días algunos libertarios han concentrado sus fuerzas en atacar a la religión, aseguran que el cristianismo es enemigo de las sociedades libres, y algunos incluso se atreven a decir que Jesús era socialista y que para ser realmente libre hay que ser ateo.
Mientras que estos confundidos defensores de la libertad ven en la religión un enemigo, en Cuba ocurre algo muy demostrativo del verdadero papel que juega la religión en una sociedad. Los evangélicos cubanos se están uniendo para enfrentarse al régimen, exigir que puedan profesar su religión libremente y que sus hijos no sean educados en el ateísmo.
¿No se han preguntado los libertarios que odian el cristianismo por qué, no solo ahora sino históricamente, el socialismo ha atacado la religión?
La respuesta es clara pero algunos no quieren verla. La religión, el cristianismo, la iglesia como institución, es una barrera entre el individuo y el Estado, es un muro de contención frente al socialismo. La izquierda sabe esto hace mucho, por eso, al igual que para los libertarios confundidos, la religión es su enemigo. Tremendo favor le hace algunos liberales a la izquierda…
Los diez mandamientos, practicados por católicos, evangélicos y judíos, le impiden a un creyente de verdad, practicante de la sana doctrina, ser socialista. Dios prohíbe robar, matar, envidiar, odiar, mentir; y para implantar el socialismo es necesario hacer todo eso.
Dios también castiga la pereza, es un pecado y el Dios de Abraham exige a los hombres trabajar.
En segunda de Tesalonicenses 3 se lee:
«Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.
Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno.
A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan.»
Uno de los yernos de Karl Marx, Paul Lafargue, escribió un ensayo titulado «El derecho a la pereza» en donde endiosa al perezoso y asegura que el Estado debe encargarse de los individuos para que ellos disfrutar de su derecho a la pereza.
A los socialistas les convienen los hombres perezosos, no los hombres creyentes, esforzados y virtuosos que consideran la pereza un pecado.
Pero, además, para un creyente Dios es todo y todo viene de él. El socialismo necesita que la gente crea que el Estado lo es todo. Mientras que para el creyente la frase es: «Dios proveerá», para el socialista la frase es: «el Estado proveerá».
«Buscad primero el reino de Dios y todo lo demás vendrá por añadidura», los creyentes trabajamos y nos esforzamos porque así lo manda Dios, sabemos que todo viene de él. El socialismo pretende que la gente no crea en un Dios, porque debe creer que la comida y todo lo que necesita para sobrevivir viene del Estado.
Los creyentes son un estorbo para los socialistas, la izquierda necesita personas débiles, que se sientan solas y quieran ser protegidas por papá Estado. La fortaleza que da la religión, la independencia y la forma de vida de los creyentes son un muro contra el socialismo. Un cristiano no vota por un político para que le asegure su vida, su seguridad está en Dios.
Una sociedad atea es un campo fértil para el socialismo. La izquierda quiere gente débil, sola y desamparada para ofrecerle un Estado protector. Si llega la enfermedad, no es Dios quien ayudará, ¡no existe!, en cambio, el Estado dará salud «gratis». Si se acaba el trabajo, Dios Estado se encargará de proveer comida y de educar a los niños. Tampoco son necesarios los 10 mandamientos o leer la Biblia, el Estado dará los mandamientos y dirá qué es lo correcto.
Los socialistas se comportan como una religión en la que el Dios es el Estado, es quien provee y protege de la incertidumbre de un mundo sin el Dios de Abraham.
Lo mismo ocurre con la familia. Una amiga cubana que vive en Estados Unidos, y que tuvo que sufrir en carne propia los horrores del socialismo, me contaba hace poco los problemas que tienen sus hijos en el colegio por decir abiertamente que quieren que Trump sea reelegido. Sus niños, a pesar de lo que dicen los profesores y los compañeros, están bien educados, les han contado lo que se sufre en el socialismo. Es muy difícil para la izquierda pervertir a una persona a la que desde pequeña su familia le ha explicado que el socialismo es muerte.
De otro lado, igual que ocurre con un hombre sin Dios, en la mayoría de los casos un hombre sin familia es también presa fácil para el socialismo. Quien no tiene una red de apoyo, aquel que no sabe a quién pedir ayuda en el momento de la desgracia, será más fácil de convencer de que el Estado debe cubrir todas las necesidades.
Esos ancianos que no tienen hijos y que temen quedar sin dinero en su vejez, votarán fácilmente al político que les ofrezca ayuda. Esos jóvenes que no tienen padres que los apoyen económicamente y moralmente, votarán al que prometa educación gratis. Los enfermos sin familia querrán a quien asegure salud.
Una persona débil en su espíritu, que se sienta sola y abandonada, que no tenga un Dios o no cuente con una red de apoyo «en las buenas y en las malas», será presa fácil para los socialistas.
En la Unión Soviética Stalin llevó a cabo toda una campaña para incentivar a los hijos a denunciar a sus padres cuando se «desviaran de la línea». Esos niños eran tratados como héroes, condecorados y exaltados ante toda la población. Hay decenas de historias de aquella época de niños que denunciaban a su familia. Si la denuncia era cierta o falsa, eso no importaba, el objetivo principal tenía que ver con destruir la familia, destruir la red de apoyo, lograr que no se pudiera confiar en nadie, ni siquiera en su propia sangre. Amarás al Dios estado sobre todas las cosas…
Hoy la izquierda ha encontrado formas más disimuladas de destruir las familias. Pero la idea no es nueva, desde hace mucho entienden que necesitan al hombre solo, sin barreras entre el individuo y el Estado.
Respecto a la religión, la cuestión también es antigua y los ataques son ampliamente conocidos. Alrededor de 80 mártires del comunismo han sido beatificados por la iglesia católica. Este número es pequeño comparado con los cientos de mártires de los que tiene registro la iglesia.
Los ortodoxos en Rusia han beatificado ya a 2.000 personas. Según cifras oficiales del gobierno ruso, 45.000 templos ortodoxos fueron destruidos y aproximadamente 200,000 sacerdotes, monjes y monjas cristianos fueron asesinados en la Unión Soviética entre 1917 y 1985.
En la Unión Soviética, durante la Revolución Mexicana, en la Guerra Civil de España, en la Cuba castrista, muchos murieron solo por decir que creían en Cristo.
Ahí donde ha tenido «éxito» el socialismo, se ha perseguido a la religión, se la ha degradado y se ha señalado a los creyentes. La izquierda tiene claro que una sociedad de verdad creyente y practicante es imposible de corromper.
Hoy, muchos liberales confundidos atacan la religión y atacan la fundamental institución de la familia, comparten enemigo con la izquierda, están, parece que sin saberlo, del lado de los malos.
Fuente: Panam Post