México está a punto de vivir uno de los golpes más fuertes contra la libertad educativa, el derecho de los padres a educar a sus hijos y, sobre todo, contra la inocencia de nuestros niños y niñas.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) ha distribuido oficialmente un documento titulado “Infancias y adolescencias trans y no binarias”, que será analizado en todos los Consejos Técnicos Escolares del país el próximo 31 de octubre.
Este manual, elaborado bajo la bandera de la Nueva Escuela Mexicana, no es una simple guía pedagógica. En los hechos, es un programa de adoctrinamiento ideológico que pretende imponer en las aulas de educación básica —desde preescolar hasta secundaria— la ideología de género como verdad incuestionable, eliminando la realidad biológica y pasando por encima de la voluntad y autoridad de los padres de familia. En otras palabras: van a educar a tus hijos sobre temas de sexualidad sin consultarte ni tomarte en cuenta. Esta bomba caerá en todos los consejos técnicos el próximo viernes. Entérate de lo que viene.
De la biología a la “autopercepción”: el nuevo dogma educativo
En lugar de reconocer el hecho biológico de que solo existen varones y mujeres, el manual ordena a los maestros a “reflexionar sobre las distintas formas de habitar el cuerpo” y a “reconocer la multiplicidad de identidades que coexisten en las escuelas”.
Con un lenguaje cargado de relativismo, la SEP borra el concepto de sexo y lo sustituye por la idea subjetiva de identidad de género.
Lo que antes era una realidad científica, ahora se convierte en una “construcción personal”. En palabras del documento, se pide a los docentes “valorar la diversidad sexo-genérica” y enseñar que cada niño o niña puede decidir quién es, sin referencia a su cuerpo biológico ni consentimiento de sus padres.
Así, el Gobierno impone una nueva antropología, donde el cuerpo deja de tener sentido natural y se convierte en un lienzo de autodefinición ideológica.

Los padres pierden toda autoridad
El manual no menciona ni una sola vez el derecho de los padres a participar en la formación moral o sexual de sus hijos.
Todo el proceso —reflexión, diálogo, diseño de actividades e incluso resolución de casos— recae exclusivamente en los maestros y el Consejo Técnico Escolar.
No se contempla informar a los padres ni solicitar su consentimiento.
Bajo el pretexto de la “laicidad”, se ha impuesto la idea de que los valores morales o religiosos “limitan la libertad de los menores”, pero se trata de un derecho fundamental de los padres de familia.
La educación moral y sexual de los hijos, que por naturaleza pertenece a la familia, ahora es absorbida por el gobierno bajo la narrativa de la inclusión.
Lo que antes se enseñaba en casa, ahora se redefine desde la SEP y a espaldas de los padres. Los niños y niñas podrían vivir una doble vida: en casa, siendo reconocidos de una forma, y en la escuela, convertidos en lo que el gobierno decida que “pueden ser”.

Los docentes: una mente colmena sin libertad
El manual invita a los maestros a “reflexionar en colectivo”.
En la práctica, esto significa que no pueden cuestionar las prácticas o deseos de los alumnos y deben permitir que estos “expresen libremente su identidad”.
Con la Nueva Escuela Mexicana, los profesores han perdido toda autoridad frente a sus alumnos, y ahora esta idea se refuerza.
Cualquier práctica que un alumno considere una expresión de su sexualidad deberá ser validada e impulsada por los docentes, lo que abre la puerta a conductas que pueden cruzar límites peligrosos.
Los profesores dejan de representar autoridad y se convierten en validadores de cualquier manifestación sexual, exponiéndose a un terreno donde la perversión y la confusión infantil pueden normalizarse.
¿Cómo reaccionarían si una niña exige vestir como niño o un niño usa falda y pide ser llamado con pronombres femeninos?
Materiales de adoctrinamiento oficial
El documento dirige a los maestros hacia una serie de materiales elaborados por CONAPRED, Canal Once y asociaciones transgénero.
Entre ellos se incluyen:
- Glosario de la diversidad sexual, donde se redefine “hombre” y “mujer” en función de la autoidentificación.
- Videos de Canal Once sobre “infancias trans”, con testimonios de menores que cambiaron de género.
- Infografías de la SEP que promueven el “uniforme neutro” en todas las escuelas.
- Publicaciones de colectivos trans como Anémona. Infancias y Juventudes Trans, distribuidas con aval oficial.
Estos materiales, bajo el argumento de la “inclusión”, normalizan la transición de menores y promueven la idea de que los niños deben “reconocer su identidad” incluso si contradice su biología o su entorno familiar.
La escuela, así, se convierte en un laboratorio ideológico donde los maestros son instruidos para ignorar las creencias de los padres.

Nueva Escuela Mexicana: ingeniería social en marcha
El documento se enmarca dentro de la Nueva Escuela Mexicana, cuyo discurso de “educación humanista” y “pensamiento crítico” sirve para justificar esta imposición ideológica.
En la práctica, dicho pensamiento no busca razonar ni contrastar ideas, sino aceptar sin cuestionar los postulados del activismo de género.
Los propios textos de la SEP lo declaran: se trata de “impulsar la posibilidad de expresarse libremente” y “reconocer las diferencias sexo-genéricas” como parte del desarrollo humano.
Y no es un tema religioso. Miles de padres, sin postura confesional alguna, coincidirán en que esto es un atentado contra la realidad biológica más simple, mientras se enseña a los niños que pueden construir su identidad sin límites ni orientación familiar.

El costo: infancia confundida, familia marginada
Detrás de un lenguaje amable y progresista se esconde una intención profunda: reeducar a la niñez mexicana bajo los principios del pensamiento de género.
Si el manual se implementa en todos los Consejos Técnicos del país, cada maestro será capacitado para introducir esta narrativa en su escuela, y cada familia que no esté de acuerdo será tachada de retrógrada o discriminatoria.
Incluso, si esto avanza, los padres podrían perder la patria potestad por oponerse al “libre desarrollo de la personalidad” o “menoscabar los derechos sexuales y reproductivos” de sus hijos.
El problema no es la inclusión, sino la imposición de una visión ideológica sobre la sexualidad y la biología.
El Estado ha decidido redefinir la identidad humana desde el aula, sin permiso de los padres ni consenso social.
A la SEP no le preocupa si los niños tienen transporte, alimentación, acompañamiento familiar, salud mental o seguridad frente al crimen. Lo único que le importa es imponer su ideología sobre los más inocentes.
Conclusión
El documento “Infancias y adolescencias trans y no binarias” marca un punto de no retorno para la educación mexicana. Por primera vez, un manual oficial elimina toda referencia a la biología, sustituye la verdad por la ideología y relega a los padres al papel de simples espectadores. Si no se detiene, este modelo formará una generación de niños educados para negar su cuerpo, su origen y su familia. La escuela dejará de ser un espacio de conocimiento para convertirse en un instrumento político de reprogramación social.
La urgencia es real: los padres, los maestros conscientes y las comunidades deben exigir transparencia, respeto y libertad educativa. Porque educar no es adoctrinar y los hijos no le pertenecen al gobierno.