De participar como activista de mayo del 68 a defender la familia, la socióloga alemana se mantiene firme ante las amenazas: “Soy una defensora de los derechos democráticos frente al totalitarismo. Los ataques no me desaniman. Hago lo que siento que estoy llamada a hacer”.
Conversar con Gabriele Kuby, reconocida socióloga alemana, autora y conferenciante, es percibir enseguida por qué conforma todo un referente internacional en la defensa de la familia y la libertad.
En su último libro, La revolución sexual Global. La destrucción de la libertad en nombre de la libertad, Kuby profundiza en su denuncia de la ideología de género. La obra, traducida ya a siete idiomas, se ha convertido en todo un instrumento de resistencia cívica en esta crucial batalla que se libra en Occidente entre el nuevo totalitarismo y la familia.
No es extraño que la autora haya sido atacada y perseguida de forma furibunda por el lobby gay. Nada menos que una obra de teatro le han dedicado. Se trata de El miedo, del dramaturgo homosexual Falk Richter, estrenada hace unos meses en Berlín. La obra comienza presentando a Kuby y a otras cuatro activistas profamilia como “zombies” nazis revividos de sus tumbas de 1945, merecedoras de mofas y, finalmente, de “un tiro en el cerebro”, como acababa señalando un actor al público, tachándolas de “amenazas contra la humanidad”. Pocas horas después de este estreno, el vehículo de una de las vilipendiadas apareció calcinado; una semana después, otra denunciaba un atentado similar.
De todos estos temas tratamos abiertamente con Gabriele Kuby.
“El relativismo y la anulación de la concepción cristiana del hombre son bases de esta revolución sexual con graves consecuencias: destrucción de la familia y crisis demográfica”
En La Revolución Sexual Global trata de alertar de las graves consecuencias de esta ideología. ¿Por qué es importante concienciarnos de ello?
Según se entienda la sexualidad, así irá la familia. Según sea la situación de la familia, así será la de la sociedad. Las normas sexuales tienen una influencia decisiva en la construcción de todo el edificio que conforma la cultura. El antropólogo Joseph Daniel Unwin, profesor de Oxford en la década de 1930, mostró en su libro Sexo y Cultura [J. D. Unwin, Sex and Culture, Oxford University Press 1934] que la Cultura con mayúsculas sólo puede existir con unas claras normas sexuales.
La cultura cristiana europea se basa en el ideal de la monogamia. Ahora asistimos a una revolución cultural que derroca la moral sexual. Las graves consecuencias que se derivan de ello son obvias: la destrucción de la familia y la crisis demográfica. Pero los poderes mundiales siguen obligando a todas las naciones a emprender esta revolución sexual.
¿Relamente la desregulación moral supone una mayor libertad?
Para deshacerse de cualquier restricción moral sobre la actividad sexual se envuelven en la tentación de la “liberación sexual”. Todo el mundo sabe por experiencia que es necesario establecer un control sobre los impulsos y deseos del cuerpo, ya sea el sexo, la comida, la bebida… De lo contrario, serán esos impulsos los que nos controlen. Por ello, la templanza es una de las virtudes cardinales.
La explosión de la pornografía a través de Internet crea millones de personas adictas al sexo, trágicamente cada vez más jovenes se encuentran entre ellos. Hasta el matrimonio y las familias se contemplan como un freno si el marido y la mujer optan por la infidelidad para responder a sus deseos sexuales, porque no han aprendido a ponerlos al servicio de la expresión del amor.
¿Cómo nace esta revolución sexual?
Rastreando las ideas que han impulsado la revolución sexual, cabe recodar al filósofo griego Protágoras, quien proclamó que “el hombre es la medida de todas las cosas”. Esta creencia es la base del relativismo, que afirma que no hay valores morales absolutos. Luego, la Revolución Francesa anuló la concepción cristiana del hombre, creado por Dios y en última instancia, responsable ante Dios.
Desde entonces, muchas veneradas mentes han aportado ideas filosóficas y psicológicas y la experiencia revolucionaria cultural. Todos ellos simpatizantes de los movimientos políticos comunistas o liberales. Por citar algunos: Karl Marx y Friedrich Engels; Sigmund Freud, Simone de Beauvoir, Alfred Kinsey, el revolucionario sexual puro y simple Wilhelm Reich, y los filosofos Adorno, Horkheimer o Marcuse, de la llamada Frankfurter Schule (Escuela de Franckfurt).
“El marxismo, el feminismo radical y la “liberación sexual” se unen para exterminar de raíz los valores cristianos, rebelándose contra cualquier autoridad”
¿Qué suponen en concreto el movimiento de mayo de 1968, el feminismo radical y el marxismo para esta ideología?
Lo que cambió a la sociedad en su conjunto fue la rebelión estudiantil de 1968, impulsada por las ideas de la Escuela de Franckfurt, y la puesta en práctica de las ideas de Wilhelm Reich. El marxismo, el feminismo radical y la “liberación sexual” se unieron para atacar el sistema de los valores cristianos y exterminarlos de raíz, rebelándose contra cualquier autoridad.
De manera especial, los ninos eran el objetivo inmediato de los revolucionarios: crearon las denominadas antiautoritarias “tiendas de ninos” (Kinderladen), para que los menores hicieran lo que quisieran, alentándoles a los juegos sexuales.
¿Cómo se reflejan esas premisas del 68 en la actualidad?
Los fines del movimiento del 68 se han convertido en el actual programa de Naciones Unidas y de la Unión Europea, incluyendo además la aplicación mundial de los llamados “derechos” LGBT y la deconstrucción de la identidad masculina y femenina.
¿Como se deconstruye la identidad masculina y femenina?
Mediante la desregulación de las normas sexuales y la promoción de los privilegios LGTB, sumando el reconocimiento como “matrimonio” de las uniones entre personas del mismo sexo y los “derechos” transgénero; con la neutralización de la familia por medios ideológicos y económicos (impuestos y sistemas de la Seguridad Social que penalizan a las madres y a las familias); la colectivización de los ninos menores de tres años en guarderías estatales; la sexualización de los ninos a través de la educación sexual obligatoria en las escuelas; y la eliminación de los “estereotipos de género”, mediante métodos pedagógicos en los colegios y en los jardines de infancia.
“se trata de una estrategia de Naciones Unidas, Unicef, Planned Parenthood o corporaciones como Apple o Microsoft”
Y, ¿quiénes están detrás de todo esto?
Estos ataques contra las bases de una sociedad sana y viable crean masas de desarraigados que son fácilmente manipulables. No sólo es la estrategia de la Naciones Unidas y de la UE, sino de una red de agencias de la ONU, como la OMS y el UNICEF; ONG globales, como Planned Parenthood y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA); corporaciones multinacionales como Apple, Microsoft, Google, Facebook…; así como de fundaciones multimillonarias, como Rockefeller y Gates, con el apoyo de los medios de comunicación.
¿Cuáles son las consecuencias del concepto “género”, que tratan de imponer los grupos de presión LGBT a la sociedad?
El objetivo de implementar la ideología de género en la sociedad con sofisticados métodos de ingeniería social es la deconstrucción de la identidad del hombre y de la mujer, lo que hay de familia y de moralidad en su nivel más profundo.
Tras el fallo de la Corte Suprema de EEUU dictada en junio de 2015, asistimos a una nueva ola de activismo ‘trans’ procedente de este país. Barack Obama, presidente de esta nación que lidera el mundo, se encuentra ahora mismo liderando la llamada “batalla del baño”, que trata de imponer por ley que una persona transexual pueda usar el baño y el vestuario del sexo que elija.
Que el 99% de la poblacion de los Estados Unidos tenga un problema cuando miembros del sexo opuesto entren en un cuarto de baño o aseo, especialmente cuando los utilizan ninos, no parece preocupar en absoluto a los gobernantes políticos…
Asistimos a la promoción del aborto o la anticoncepción, a menudo mediante catastrofistas teorías sobre la superpoblacion mundial con las que tratan de justificar un control de la natalidad. ¿Lo considera realista?
Un motivo obvio para estas políticas destructivas es reducir la poblacion de la tierra. Esta es la política exterior que siguen los EEUU desde la década de 1970. Pero el verdadero problema es el declive demográfico, al que se enfrentan casi todas las naciones industrializadas, y que ahora está empezando incluso en los países en desarrollo.
Es una consecuencia de separar el sexo de su significado y función existencial, la procreación, a través de la anticoncepción y el aborto. De ahí la fuerte batalla que libran en la ONU y en la UE para definir el aborto como un “derecho humano”. ¿Hasta dónde ha llegado la humanidad, desde la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948?
“La ideología de género además de cambiar el sistema legal y sexualizar a los ninos por la fuerza que ostenta el Estado, esta ideología trabaja en el cerebro y la psique de las personas”
¿De qué otros instrumentos se sirven para cambiar la sociedad?
A parte de cambiar el sistema legal y sexualizar a los ninos por la fuerza que ostenta el Estado, esta ideología trabaja en el cerebro y la psique de las personas, a través de los medios de comunicación, la industria del entretenimiento (el cine y la música, principalmente) y la pornografía.
La pornografía es un negocio de miles de millones de dólares. Ver pornografía es adictivo, como lo es una droga física: destruye matrimonios y familias y conforma una pendiente resbaladiza hacia la delincuencia sexual.
¿Por qué no existe ninguna campaña de la UE contra la pornografía, como por ejemplo la hay contra el tabaco? La diferencia es que el tabaquismo no destruye la familia, la pornografía sí lo hace.
Usted ha vivido un profundo cambio: del movimiento revolucionario de 1968 a valiente activista contra los estragos de la revolución sexual global; un “despertar” que atribuye a su conversión al catolicismo. ¿Qué aporta el humanismo cristiano, y en concreto la Iglesia Católica, a esta batalla cultural?
Me convertí al catolicismo hace veinte años. Descubrí una gran cantidad de enseñanzas sobre los problemas del hombre y de la mujer, sobre la familia y la sexualidad.
San Juan Pablo II dedicó su vida y su papado a estas cuestiones, fundamentadas en la encíclica Humanae Vitae de Pablo VI. Benedicto XVI, por su parte, es uno de los grandes analistas y visionarios de nuestra época. Esto en cuanto a la parte intelectual.
Pero también hay un lado espiritual: la conversión conduce a un cambio de vida. Jesús dice: “¿Quién me ama, guardará mis mandamientos (Juan 14,15)”. Guardar los mandamientos permite que el Espíritu Santo ilumine nuestro entendimiento y cambie nuestra vida.
¿Qué nos cabe hacer como ciudadanos, cuando incluso no percibimos los riesgos que entraña esta revolución sexual sobre nuestro mismo futuro como sociedad?
No guardar los mandamientos, separarse de Dios por el pecado, crea ceguera. Los medios de comunicación hacen lo posible para que cualquier tipo de pecado parezca aceptable, para las personas perdamos el espíritu de discernimiento entre el bien y el mal.
En la Biblia leemos: “He puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia (Dt. 30,19)”. Las estadísticas sobre la desintegración familiar, el alto porcentaje de trastornos psicológicos en los ninos o el grito de la crisis demográfica retumban sobre nosotros, pero nuestros oídos están entumecidos.
No sabemos en qué fase de la historia de la humanidad estamos. Pero como creyentes sabemos que la historia humana tiene un buen final. Cada uno de nosotros puede elegir la vida y utilizar su talento para trabajar por la vida.
Hay innumerables iniciativas cristianas que hacen precisamente eso. HatzeOir.org es una de ellas. Saber estar del lado de la vida, y por lo tanto en el “lado correcto de la historia”, te permite vivir feliz y en paz.
Otra cuestión es la intimidación. Usted sabe bien qué es sufrir los ataques de los ideolólogos de género: fue tachada de “homófoba” e inclusa amenazada en una obra de teatro
Fobia, derivado del griego Phobos, significa odio o miedo. No soy “homofóbica”, porque no tengo miedo de los homosexuales ni les odio. Tampoco tengo nada que ver con la “derecha radical”. Soy una defensora de los derechos democráticos frente al totalitarismo que va surgiendo.
Estamos tomando medidas ante los tribunales para proteger nuestro derecho democrático a la libertad de expresión. Los ataques no me desaniman. Hago lo que siento que estoy llamada a hacer.
¿Es optimista? haciendo lo que estamos llamados a hacer, ¿podemos ganar esta batalla?
Permítame responder con un salmo bíblico del primer libro de Samuel: “La batalla es del Señor (1 Sam 17,47)”.