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Familia

“Familia y políticas públicas”

No obstante ser la base de la sociedad, muchos de los ataques contra la familia le vienen de quien debiera protegerla.

Esta protección no es cuestión de tradición o de religión; las estadísticas y datos duros son unánimes al constatar que las diferentes problemáticas que sufre la institución familiar, repercuten fuertemente en la vida social. Por eso todas las políticas públicas a favor de la familia benefician también a la sociedad en su conjunto. Pensemos por ejemplo en la problemática que trae al Estado la desintegración familiar y el elevado costo que implica tratar de corregirla.

Estamos viviendo en México una crisis no sólo en económica que afecta a las familias, sino también en el aspecto cultural, social y cívica. Las diversas instituciones no hemos sido capaces de formar individuos recios de carácter. La familia no está cumpliendo con sus funciones básicas de la enseñanza de valores; surge de ellas individuos con carencias sociales, emocionales y morales. Por esa razón las políticas públicas de las instituciones gubernamentales deben cubrir las necesidades prioritarias para las familias.

La familia es la organización básica de la sociedad organizada. Se trata de buscar que el artículo cuarto constitucional que dice que la ley protegerá a la familia sea una realidad. A nivel mundial los países que aplican políticas públicas para proteger a las familias han tenido resultados que contrastan diametralmente con los que han descuidado este aspecto. Parece obvio proteger a las familias por las funciones sociales que cumple.

La importancia de la existencia de las familias en una sociedad, de su estabilidad, de la procreación y de la formación de nuevos miembros para la sociedad, se hace evidente precisamente cuando hay carencias en ella; la familia cumple una función social insustituible. No todas las formas nuevas de convivencia social ofrecen los mismos resultados para la sociedad. Es cierto que deben tomarse en cuenta en el diseño de las políticas públicas, pero se ha mostrado sistemáticamente que la familia original fundada en el matrimonio estable entre un hombre y una mujer, aporta los mejores resultados para el bienestar de sus miembros y de la sociedad. Un estudio serio con más de tres mil registros en 13 países democráticos, hecho por el sociólogo mexicano Dr. Fernando Pliego, concluye que el 85% de los casos de matrimonios estables daban un resultado de bienestar mayor para sus miembros y por tanto mejores niveles para la sociedad en educación, en seguridad física, en relaciones padre hijo, en funcionamiento de la pareja, en salud reproductiva, en embarazos de adolescentes, en enfermedades de transmisión sexual, en ingresos económicos, en vivienda, en riesgo de adicciones, etc.

El matrimonio, que proporciona felicidad, amor y comprensión, es esencial para el bien común por ser el espacio mejor para el desarrollo pleno y armonioso de la personalidad (Derechos del niño, ONU, 1989). El Estado y el derecho deben pues promover parejas estables, capaces de engendrar hijos y educarlos, no por razones morales o religiosas, sino en beneficio de la comunidad. El estado no certifica un sentimiento, sino fomenta parejas estables para formar hijos para el bien de la sociedad.

Numerosos estudios también identifican la importancia de la presencia del padre en el hogar y los problemas sociales graves y variados cuando éste falta (violencia, delincuencia, drogadicción, embarazos no deseados, etc.). El gasto económica para los Estados es mucho mayor en situaciones relacionados con el divorcio. El apoyo de todo tipo de uniones ignoran el hecho que determinado modelos proporcionan mejores resultados para la ecología social y por tanto deben ser apoyadas. Centrar en la familia el desarrollo económico de un pueblo (por ejemplo el de Mozambique) es muy efectiva.

La decisión personal del matrimonio tiene una dimensión publica y una función social que debe ser valorada por las políticas publicas. Los beneficios sociales se manifiestan en bien personal, antídoto contra el individualismo, ambiente propicio para el desarrollo personal, trasmisora de la vida, educadora en virtudes y valores, la mejor escuela, solidaridad internacional, colchón de las crisis económicas, pilar del sistema económico, generadora de capital social, cohesión social y motor de desarrollo sostenible. La familia es la primera y mejor secretaría de salud, la primera y mejor secretaría de educación y la primera y mejor secretaría de desarrollo social.

Las resoluciones de la ONU reconocen que la familia puede ayudar a lograr los objetivos del milenio como la erradicación de la pobreza, la educación primaria universal, igualdad entre los géneros, reducción de la mortalidad infantil, mejorar la saluda materna y combatir el VIH/SIDA, malaria y otras enfermedades.

La declaración universal de derechos humanos (art: 16, 1948) declara que “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. La convención sobre los Derechos del Niño (1989) señala que “La familia, como grupo fundamental de la sociedad y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros, y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia necesarias para poder asumir plenamente sus responsabilidades dentro de la comunidad”. No se trata de reemplazar sino de ayudar subsidiariamente a estas funciones.

Para restablecer nuestra sociedad rota debemos analizar las políticas gubernamentales para que no dañen a las familias, no perjudiquen el compromiso matrimonial, no pisoteen los valores que mantienen la unidad entre las personas y no impidan que las parejas permanezcan unidas. Al contario, se debe tener a las familias en el corazón del gobierno. La protección de la familia con políticas públicas no excluye ni contradice la lucha y protección contra todo tipo de discriminación por parte del Estado, pero cualquier ideología que ataque la familia escondiendo intereses mezquinos con el pretexto de reivindicar derechos, el estado deberá rechazarla y desenmascarar sus intenciones. Desde esta perspectiva se descubre la importancia que tiene el DIF en todos sus niveles de gobierno y en sus variadas acciones. Es grande la responsabilidad que tiene de impulsar la perspectiva de la familia como parte importante de la acción del Estado para fortalece a la sociedad.

En conclusión, proteger a la familia desde el estado es barato porque es preventivo, generador de bienestar y de calidad de vida y ahorra gastos para solucionar problemáticas asociadas con la pobreza, desintegración familiar, fracaso escolar, drogas, delincuencia juvenil y embarazos no deseados. La familia es una de las realidades que pueden traer la integración de la sociedad. Es la familia la que va a salvar a la sociedad. ¡¡Viva la familia!!

EL SIGLO DE TORREÓN

PIÉNSALO, PIÉNSALO

ARTURO MACÍAS PEDROZA

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