El Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gomez, difundió una reflexión luego de visitar a los niños inmigrantes detenidos en la frontera de Estados Unidos y México, en la que aseguró que este drama humano que tiene ya 25 años no mejorará a menos que el Congreso tome las medidas necesarias.
Mons. Gomez integra una delegación encabezada por el Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (UCSSB), Cardenal Daniel DiNardo, que visita esta semana la zona fronteriza para encontrarse con los migrantes y conocer sus sufrimientos.
En su reflexión publicada en Angelus News, el Prelado relató que fueron a la ciudad de McAllen, Texas –a unos cinco kilómetros de la frontera con México– “para orar y tratar de llevarle esperanza a los cientos de niños indocumentados detenidos aquí”.
Afirmó que esa zona es “el centro de la crisis humanitaria ocasionada por la política de nuestro gobierno de separar a los niños de sus padres, que han sido atrapados al cruzar la frontera”.
Sin embargo, prosiguió, “la separación de las familias no empezó con esta administración”, sino que “la gente está dándose cuenta del hecho de que ésta es la triste consecuencia de 25 años de fracaso del Congreso en componer nuestro defectuoso sistema de inmigración”.
Mons. Gomez relató que muchas personas le han asegurado que no están en contra de los inmigrantes, sino de la inmigración ilegal.
Estas personas, indicó, le dijeron que no les gusta ver al Gobierno separando familias, pero a a la vez señalan que “estos padres sabían los riesgos cuando intentaron cruzar ilegalmente nuestras fronteras con sus hijos. De ellos es la culpa”.
“Entiendo la frustración de estas personas”, aseguró el Arzobispo de Los Ángeles, pero indicó que tras conversar con los padres inmigrantes en McAllen y enterarse de las condiciones en las que vivían en sus países de origen, “uno empieza a preguntarse qué haría si estuviera en su lugar”.
“Conocer sus historias puede no cambiar nuestro corazón o nuestra manera de pensar. Y no cambiará el hecho de que estos padres de familia hayan infringido nuestras leyes. Pero conocer sus historias debería hacernos agradecerle a Dios todos los días que nosotros no nos vemos obligados a hacer este tipo de elecciones en nuestras propias vidas, para nuestras propias familias”, explicó el Prelado.
Mons. Gomez, originario de Monterrey (México), afirmó que “cuando miramos con los ojos de los pueblos centroamericanos que huyen de la violencia y de la pobreza, vemos lo que Estados Unidos significa para ellos: un faro de esperanza, una tierra en la que aún es posible encontrar un trabajo honesto y soñar con una vida mejor para sus hijos”.
“Esta es la imagen de Estados Unidos que ha atraído a inmigrantes y refugiados desde la fundación de los Estados Unidos”, agregó.
Pero “nuestro sistema de inmigración ha sido tan disfuncional durante tantos años que nuestros esfuerzos actuales por aplicarlo nos llevan a nuevas injusticias y crueldades”, añadió.
En ese sentido, advirtió que “las cosas sólo van a empeorar, a menos que el Congreso tome medidas pertinentes. Eso significa que como ciudadanos hemos de insistir en que nuestros líderes cumplan con su trabajo”.
“Las cosas nunca cambiarán” mientras los políticos estadounidenses usen el tema migratorio como un “problema para ganar” durante las próximas elecciones, señaló.
Mons. Gomez dijo que “una solución compasiva y de sentido común acerca de la inmigración, está al alcance. Lo que estamos esperando es que los políticos tengan el valor de hacer lo correcto. Y hemos estado esperando esto durante 25 años. La pregunta es cuánto tiempo tendremos que esperar todavía”.
También se preguntó: “¿Cómo justificaremos lo que hemos hecho o lo que no hemos logrado hacer a los ojos de estos niños que están aquí en McAllen, a quienes no les importa nuestra política y que sólo quieren saber cuándo podrán ver a sus padres nuevamente?”.
Mons. Gomez aseguró que durante la peregrinación que realizará a México el próximo 5 de julio encomendará a la Virgen de Guadalupe a todos los que han sido deportados o separados de sus familias.