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Aborto

El dueño de una cafetería expulsa a un grupo de cristianos: “Soy gay, tienes que irte”

“Soy gay, tienes que irte”, fueron las primeras palabras que el propietario de una cafetería en Seattle, Washington, utilizó para expulsar a un grupo de cristianos que decidieron tomarse algo en aquel sitio de manera fortuita.

Según esgrimió este empresario, su presencia era una “ofensa” para él, y debían abandonar su local de manera inminente.

La causa real de este abrupto conflicto radica en la actividad anterior que estaba realizando este grupo antes de decidir tomarse un café en dicho local.

Y es que este grupo, denominado Abolir el Aborto Humano, estaba repartiendo unos carteles en los que se ve unas manos con los colores del arco iris sangrando mientras deja caer a un feto abortado.

Y en ese cartel lanzan su mensaje: “Esta es la verdadera persona oprimida en nuestra idolatrada cultura de la muerte”. Y más abajo, “dos nasciturus son asesinados cada minuto todos los días en EEUU”.

Cartel Provida(Las imágenes del cartel son crudas)

La intención de este grupo es doble, por lo que comunican en sus redes sociales. La primera, llamar la atención sobre los verdaderos oprimidos en Occidente, que son los bebés abortados por encima de los grupos LGTB.

Por el otro, este grupo dice querer recuperar los colores del arco iris como un símbolo de Dios que crea después de inundar el mundo en el pasaje del arca de Noé y no dejarlos en exclusiva para el lobby LGTBI.

“Fuera de aquí”

Nada más entrar en la cafetería, el dueño es informado sobre la actividad que venían realizando estos cristianos, y ofendido, decide echarles de su local.

“Soy gay, tienes que irte”, sentencia nada más empezar el dueños. “Esto (cartel en mano) es ofensivo para mí. Soy el dueño del lugar. Tengo derecho a sentirme ofendido”.

“Si voy a buscar a mi novio y le doy por culo aquí mismo, ¿vas a tolerar eso? ¿Vas a tolerarlo?”

El grupo alega que ellos no han dejado ningún cartel en su local y no se lo han entregado allí a nadie, pero les manda callar. “No hay nada más que puedas decir. Este eres tú y yo no os quiero en este lugar”.

Ellos al principio intentaron quedarse y convencerle, pero el dueño insistía: “¿Tú puedes tolerar mi presencia? ¿Seguro?” Preguntó. “Si voy a buscar a mi novio y le doy por culo aquí mismo, ¿vas a tolerar eso? ¿Vas a tolerarlo?”, ellos le contestan que sí, que es su decisión, pero solo consiguen agitarle más.

Cada vez más agitado, el dueño gritó, “¡Responda mi maldita pregunta! No, usted no va a puto sentarse aquí y verlo! Déjenlo, todos ustedes ¡Y dile a todos tus amigos que no son bienvenidos aquí!”

Cuando el grupo recogía sus pertenencias para salir, una de las mujeres se dirigió directamente al dueño y le dijo: “Yo sólo sé que Cristo puede salvarte de ese estilo de vida”.

Y el dueño enseguida le contesta: “Sí, a mi me gustan los culos” el propietario escupió. “No voy a ser salvado por nada. Yo me f… a Cristo. ¿Vale?”.

Cuando el grupo salía de la tienda, una de las mujeres del grupo le dijo al dueño que estaría rezando por él.

¿Hubo discriminación?

Mucha gente en redes sociales se preguntaba si podía ser considerado discriminación por creencia religiosa mientras otros echaban en cara a este grupo su hipocresía por apoyar el pastelero que se negó a hacer una tarta para una boda gay.

La pregunta es: ¿es lícito negar un servicio si se trata de un servicio privado? Hasta la fecha la administración norteamericana ha multado a todos aquellos que por sus creencias religiosas se han negado a ofrecer un servicio (como la elaboración de una tarta o de un ramo de flores) a una boda homosexual en base a que para ellos el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer.

La diferencia en ambos casos es que el dueño de la cafetería echó a este grupo por “sentirse ofendido” mientras que los otros se negaron a realizar trabajos específicos

Pero no es menos cierto que estas personas han luchado por su derecho a participar en esos eventos y ahora el caso de la tarta gay está en el Tribunal Supremo, que en caso de fallar en favor del pastelero sentaría un precedente muy importante.

La diferencia entre ambos casos es el dueño de la cafetería echó a este grupo por “sentirse ofendido por un carte provida” mientras que los otros se negaron a realizar trabajos específicos para un evento con el que no están de acuerdo.

De hecho, el pastelero ha dejado de elaborar tartas especiales para no verse envuelto en una polémica semejante -la tarta que le encargaron era con la bandera gay- y ahora solo vende los productos de su escaparate a todo cliente que quiera comprarla.

Sin embargo el dueño de la cafetería le expulsó después de venderles el café -ya pagado- lo que no suponía encargo especial, sino su servicio básico para todos los clientes por igual.

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