Aceptemos que nos quejamos casi sin parar de las nuevas generaciones. Que el chat, que el celular, que las redes sociales, que si no tienen la tablet el mundo se les acaba y en fin.
Poco nos ponemos a pensar en cómo, nosotros, los de las generaciones intermedias, aquellos que o no crecimos con este tipo de tecnología o crecimos a la par de ellas nos estamos comportando, sobre todo frente a nuestros hijos.
Qué falta de educación es que estés hablando y no te miren a los ojos mientras preguntas o cuentas algo importante. Ya nos desgastamos enseñándoles a los chicos que se saluda siempre, que se habla mirando a los ojos. Qué fastidio que no entiendan a la primera.
Seguro los demás pensarán que son unos mal educados. Y claro al final los que quedan mal somos nosotros los padres. Esos padres que los hemos educado mal. Pero en esta época la cosa es distinta, la culpa la tiene esa tecnología que nos está quitando espacios. ¿Te suena familiar?
Queja tras queja y como es frecuente solemos mirar al otro, criticar el comportamiento ajeno y reflexionar poco en el nuestro. ¿Sabes cómo se siente tu hijo cuando te está contando algo y tú pareces ignorarlo? Podrías decir que siente lo mismo qué tú cuando te ignoran, pero no es así. Se siente peor, mucho peor.
El phubbing es ese comportamiento que se ha generalizado, no solo en los más jóvenes, sino en todos. Sí, en todos, de una u otra manera. Cada vez que preferimos depositar nuestra atención en el celular y no en la persona que tenemos en frente. Todos con un celular en la mano o con cualquier dispositivo, bajo una serie de excusas que creemos válidas terminamos tarde o temprano ignorando a quien tenemos a nuestro lado.
Lo más grave sucede cuando quienes se comportan de esta manera son los padres. Aquellos que deberían estar incondicionalmente a su lado, de pronto también van desapareciendo. Y aunque pueda parecer un chiste, está muy lejos de serlo.
La comunicación con los hijos
Ya de por sí la comunicación con los hijos suele tener sus dificultades como para ponerle aún más. Ignorar a nuestros hijos, es comunicarles que no nos importan. Que nuestro amor por ellos está condicionado al tiempo que nos «sobre». Que hay cosas mucho más importantes en nuestras vidas. Y eso tiene un efecto grande en su autovaloración y autoestima.
Podrán creer que es una exageración, pero créanme que no lo es. En edades muy tempranas esta práctica puede dejar consecuencias de las que luego nos arrepentiremos. Por mencionar algunas, los chicos crecerán sin compartir espacios exclusivos entre la familia. Buscarán comunicaciones «hondas» a través de una pantalla, cosa que finalmente afectará el tipo de vínculo y relaciones afectivas.
Pueden percibir que un dispositivo es más importante que ellos. Sin mencionar el fomento a la utilización de las pantallas en edades tempranas con las consecuencias que cada día conocemos más. El phubbing suena ahora más peligroso ¿verdad?
Cuando tu hijo te hable, deja todo. Míralo a los ojos y préstale atención. No hay mejor tiempo invertido que ese. Lo demás puede esperar siempre.
Hagamos que el phubbing desaparezca de nuestras vidas y esforcémonos por compartir más tiempo de calidad en familia.
Fuente: La Familia.Info