La televisión pública española transmitió la Misa celebrada por Mons. Juan Antonio Reig Pla, Obispo de Alcalá de Henares, donde recordó que la familia es “pilar irrenunciable que sostiene la sociedad” y que tiene su origen “en el matrimonio entre un varón y una mujer”.
Mons. Reig Pla celebró la Misa del pasado 31 de diciembre en la parroquia de la Purificación de Nuestra Señora, en la localidad de San Fernando de Henares, Madrid (España), que fue transmitida por en el programa “El día del Señor”, de La2 de Televisión Española.
Según explicó Mons. Reig Pla, la Navidad nos recuerda que “el hijo de Dios ha entrado en la historia a través de una familia, a la que santificó y que ahora pone como modelo para
las demás familias cristianas”.
El Obispo recordó algunos “principios esenciales que nos ayudan a construir la sociedad como un espacio de fraternidad orientado al bien común”, por eso expuso en primer lugar “el carácter sagrado e inviolable de la vida humana, desde su origen en la fecundación hasta su fase terminal y la muerte”.
“Como nos revela la Sagrada Familia, la vida humana es un don de Dios”, por eso según afirmó el Obispo, “la palabra procreación indica la colaboración del padre y de la madre en la obra creadora de Dios. La vida humana es sagrada y está custodiada por el mandamiento de Dios, ‘No matarás’”.
El matrimonio entre hombre y mujer
De otro lado, el Prelado dijo que la unión en el matrimonio del hombre y la mujer “es una unión sagrada custodiada por la gracia sacramental y la palabra definitiva del Señor”.
En ese sentido, Mons. Reig Pla también afirmó durante la homilía que “por su índole natural, la unión amorosa del hombre y de la mujer en el matrimonio está orientada, con la bendición de Dios, a la procreación y a la educación de los hijos” y de esta “comunión esponsal y de la procreación de los hijos se derivan una serie de consecuencias importantes para la familia y la sociedad”.
La primera de las consecuencias que apuntó el Obispo de Alcalá de Henares es que “la familia como comunidad amplia de personas tiene su origen en el matrimonio entre un varón y una mujer, iguales en dignidad y que por su diferencia sexual llegan a la complementariedad y por ella a la procreación y educación de los hijos”.
“El matrimonio entre esposo y esposa es por tanto, una institución pública anterior al Estado y merece el favor del derecho y de la tutela de las leyes”, aseguró.
Los hijos
Según la Doctrina Social de la Iglesia, el matrimonio es “una realidad soberana” a la que le corresponden unos deberes y derechos, entre los que el Prelado destacó “la vinculación amorosa de los esposos a título de justicia, la libertad para la procreación de los hijos y su derecho inalienable y originario a custodiar la vida humana y a educar a los propios hijos según sus convicciones y creencias”.
“La educación de los hijos le corresponde a los padres y nadie puede arrebatarles este derecho-deber ni siquiera el Estado, que por su principio de subsidiariedad está obligado a ayudar y cooperar con los padres en la tarea de la educación”, subrayó Mons. Reig Pla.
Todo esto “nos hace comprender que el matrimonio, entre el hombre y la mujer, da origen a la familia que con los hijos crea la primera comunidad humana es un pilar irrenunciable que sostiene a la sociedad. Y si se debilita este pilar, es toda la sociedad la que decae”, apuntó.
El aborto y el divorcio
Mons. Reig Pla recordó que desde la primera ley del aborto en España, llamada de “despenalización de la interrupción del embarazo”, más de 2 millones de españoles no han llegado a nacer.
Algo, que según afirmó, también repercute en las rupturas familiares ya que “son 3 millones de matrimonios los que se han roto en España desde la primera ley del divorcio” y que crea “un clima de inseguridad entre los jóvenes ante el matrimonio, que conduce a una creciente baja de la tasa de nupcialidad”.
Un panorama que según Mons. Reig Pla da como resultado final “la soledad en la que viven cada vez más personas”.
Por eso hizo un llamado a las familias cristianas a ser “una unidad de resistencia” y que se organicen como “minorías creativas” donde florezca “la cultura de la vida y la
civilización del amor”.
Además aseguró que la respuesta a una sociedad cada vez más violenta no está en el debilitamiento de la familia sino en volver a “los principios fundamentales de la antropología cristiana, que nos invitan a ver la realidad a los ojos de Dios”.
Por ello alentó a no olvidar que es “la gracia redentora de Jesucristo, la que restaura los corazones y los cura de la inclinación al mal”.