El Nuncio Apostólico en Corea y Mongolia, Mons. Alfred Xuereb, ha expresado su satisfacción y esperanzas tras el histórico encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un.
La reunión entre ambos mandatarios se realizó el 12 de junio en Singapur, un país con el que ambos gobiernos mantienen buenas relaciones.
El encuentro terminó con una declaración conjunta donde se comprometieron a establecer nuevas relaciones diplomáticas, repatriar los restos de los prisioneros de guerra, unirse para construir un régimen de paz en la Península de Corea y trabajar por la completa desnuclearización de la zona.
“Pueden imaginar con cuánta ansiedad el pueblo coreano y la Iglesia aquí en Corea está viviendo estos momentos realmente históricos”, dijo Mons. Xuereb dijo a Vatican News.
El Nuncio destacó que “ha sido escrita una página muy importante que marca el comienzo de un camino todavía largo y arduo, pero tenemos esperanzas, porque el inicio ha sido muy positivo, muy bueno”.
“Hemos pasado de palabras fuertes, como ‘fuego y furia’, ‘devastación completa’ de la Corea del Norte, a palabras distendidas que hablan de paz, de relaciones basadas en la concordia, por ello estamos verdaderamente llenos de esperanzas y de confianza”, manifestó.
Mons. Xuereb expresó que su esperanza de que el pueblo de Corea del Norte no solo pueda gozar de prosperidad y beneficios económicos, sino de manera particular que se pueda “beneficiar de la vida espiritual, de fe, que da un poco la tonalidad a todo aquello que se vive después”.
Recordó que cuando fue nombrado por el Papa Francisco como Nuncio Apostólico para Corea y Mongolia en febrero de este año “había grandes tensiones. En cambio, a la larga hemos visto un cambio en el clima que ahora es muy bueno”.
Indicó que ahora “la Iglesia está viviendo con gran confianza este momento. Como todos ya saben, cada martes en la Catedral de la ciudad de Seúl (Corea del Sur) hay un momento de oración. Yo de manera privada, como Nuncio, participo junto a los fieles”.
“Tenemos fe en que la Madre Celeste, a quien está dedicada la catedral, no podrá no escuchar la oración afligida de este pueblo”, comentó a Vatican News.