Este 12 de diciembre se celebró la Fiesta de la Virgen de Guadalupe y en esta ocasión compartimos un medio habilitado por la Basílica de Santa María de Guadalupe, en México, para que puedas enviar tus peticiones de oración dirigidas a la Emperatriz de América.
Para escribir sus pedidos debe ingresar al sitio web de la Basílica de Santa María de Guadalupe y hacer clic en la sección “Peticiones a la Guadalupana”. No se requiere ingresar con un usuario ni colocar un nombre.
Este día miles de fieles peregrinan al santuario mariano.
Asimismo, el Papa Francisco presidió hoy en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, una Misa por la Fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, en la que participaron miles de fieles latinoamericanos y fue concelebrada por unos 750 sacerdotes.
En su homilía, el Santo Padre pidió defender a los pueblos de América Latina “de una colonización ideológica que cancela lo más rico de ellos, sean indígenas, afroamericanos, mestizos, campesinos, o suburbanos”.
“La Madre de Dios es figura de la Iglesia y de ella queremos aprender a ser Iglesia con rostro mestizo, con rostro indígena, afroamericano, rostro campesino, rostro cola, ala, cacaxtle. Rostro pobre, de desempleado, de niño y niña, anciano y joven para que nadie se sienta estéril ni infecundo, para que nadie se sienta avergonzado o poca cosa”, expresó.
La historia de las apariciones
El 9 de diciembre de 1531 la Virgen se le apareció a un humilde indio, convertido al cristianismo, llamado Juan Diego, en un lugar denominado Tepeyac. María se presentó como “la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios”.
La Reina del Cielo le encomendó que en su nombre le pidiese al obispo capitalino, el franciscano Juan de Zumárraga, la construcción de una iglesia en el lugar de la aparición.
El Obispo no aceptó la idea y la Virgen le pidió que insistiera. Al día siguiente, San Juan Diego volvió a encontrar al Prelado, quien lo examinó en la doctrina cristiana y le pidió pruebas objetivas del prodigio.
El martes 12 de diciembre, la Virgen se le presentó y lo invitó a subir a la cima de la colina del Tepeyac para que recogiera flores y se las trajera.
A pesar de la estación invernal y la aridez del lugar, San Juan Diego encontró rosas muy hermosas y la colocó en su “tilma”. La Virgen entonces le mandó que se las presentara al Obispo.
Estando frente al Prelado, el santo abrió su “tilma” y dejó caer las flores. En el tejido apareció la imagen de la Virgen de Guadalupe. El Obispo y otras personas presentes cayeron de rodillas con gran asombro. Luego Mons. Zumárraga pidió perdón.
Al día siguiente fueron al monte del Tepeyac, donde de inmediato la gente se ofreció para elevar el templo.
Con el manto, la Virgen trajo reconciliación entre nativos y españoles, pues con los símbolos que allí aparecen, las dos culturas podían entender perfectamente el mensaje del Cielo. De igual modo, les ayudó a comprender que la fe cristiana no es propiedad de nadie, sino un don de amor para todos.