En la actualidad la eutanasia, se revela como una nueva amenaza a la vida humana en México, al menos así lo evidencian los resultados de la Encuesta Nacional Sobre Muerte Digna.
Misma que fue presentado hace unas semanas, durante los trabajos del Primer Coloquio Internacional por el Derecho a una Muerte Digna.
De acuerdo con los datos arrojados por este sondeo se infiere que 7 de cada 10 mexicanos se manifiestan a favor de la eutanasia, el 71% considera que jurídicamente debe ser permitido que los enfermos reciban ayuda para concluir su vida.
En este orden de ideas, la investigación sugiere que el 68% de los encuestados opinan que las personas que padezcan una enfermedad dolorosa y/o terminal deben poder decidir si quieren morir.
Asimismo, indica que 6 de cada 10 personas estarían dispuestas a recurrir a esta práctica.
A pesar de lo delicado que de por si son ya estos resultados, lo más preocupante es que esta misma investigación refiere que el 70 % de los entrevistados que expresaron su simpatía con la eutanasia, se definieron así mismos como personas católicas.
Lo cual muestra la eficiencia de los grupos que buscan destruir la vida y la fe, para al amparo de argumentos supuestamente basados en el amor, la dignidad del ser humano, la piedad, el no sufrimiento y la autodeterminación, colonizar paulatinamente las conciencias de quienes han estado cerca de enfermos en situación terminal.
Como católicos y personas de fe, hoy más que nunca debemos tener claro que como afirmará Juan Pablo II, “Él respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho, incluidos los de la libertad”.
Sobre todo no perder de vista que aun cuando el derecho mexicano no contempla de manera específica la figura de la eutanasia, esta práctica se encuentra inserta dentro del catálogo de delitos contra la vida, contemplados por el Código Penal Federal.
Además de ello es importante tomar en cuenta que en la República Mexicana, existen 18 constituciones locales que de manera categórica tutelan y protegen la vida desde su inicio en la fecundación y hasta su conclusión natural.
A pesar de los desmedidos esfuerzos de los promotores de la cultura de la muerte, en nuestro país, es realmente reducido el número de personas que han firmado algún documento de voluntad anticipada.
Sin embargo, no debemos bajar la guardia y mantenernos firmes en nuestros principios y convicciones, sobre todo refrendar nuestro compromiso de compartir la verdad y los postulados de la Doctrina Social de Iglesia, con el mayor número de personas posibles.
Los creyentes debemos estar preparados para defender la vida frente a esta nueva ofensiva, estamos llamados a custodiar el derecho a la vida y la dignidad humana en el vientre materno, la infancia, la discapacidad, la vejez y la enfermedad.
La vigencia de una cultura que privilegie los valores humanos y cristianos, depende en gran medida de todos y cada uno de nosotros, como representantes y miembros de la Iglesia Católica.
El autor es director de VotoCatólico. www.votocatolico.mx