“Intensamente 2”: una guía de cómo hablar de emociones con tus hijos.
No sólo te recomiendo que la vayas a ver, sino que después la comentes con tus hijos.
No te vas a quedar con cara de desagrado después de ver esta película, porque está maravillosamente bien hecha y nos habla de nuestras emociones más complejas… ya no solamente tristeza, enojo, alegría, miedo y desagrado… sino que te habla de cosas mucho más evolucionadas porque, conforme vamos creciendo, toda nuestra maravillosa complejidad evoluciona.
Así va creciendo Riley, quien cumple sus 13 años y se vuelve una adolescente o “teenager”. En esta etapa vienen los cambios, vienen las hormonas, vienen todas las emociones más complejas, y nuestra protagonista nos muestra cómo va lidiando con todas ellas.
Te cuento que, antes de salir la película, un papá muy alarmado, me decía: “pero es que por qué vamos a hablar con nuestros hijos acerca de la ansiedad, todavía están chiquitos, y a lo mejor va a ser abrir puertas”.
Y mi respuesta ante ello es que, Intensamente 2, no habla de la ansiedad como enfermedad mental, sino como la ansiedad social que todos sentimos ante la necesidad de ser aceptados, y los nervios que nos dan al querer agradar a los demás y ser parte de algo.
Así es como se trata el tema de la ansiedad en esta película, así que no hay ningún peligro, no hay ningún problema; al contrario, te la súper recomiendo.
Y no solamente te recomiendo que la vayas a ver, sino que después la comentes con tus hijos, porque es una extraordinaria manera de abrir un diálogo y ver cómo estamos manejando las emociones nuevas.
Algunas preguntas que puedes plantear con tus hijos son:
- ¿Cómo te sientes cuando estás en un lugar nuevo, con unos amigos nuevos?
- ¿Cómo manejarías el no conocer a nadie?
- ¿Sientes que perteneces a algún grupo en tu escuela?
- ¿Conoces tus emociones y sabes manejar el aburrimiento, la vergüenza, la ansiedad social y la envidia?
- ¿Te sientes con envidia al no pertenecer?
- ¿Te aburres fácilmente y no sabes qué hacer?
La película habla también de cómo vamos construyendo nuestra personalidad con toda esta multifacética gama de emociones que vamos a sentir toda nuestra vida, y lo importante que es no dejar de sentirlas, sino abrazarlas y decir: “¡OK esto me choca, pero bueno, lo voy a dejar ir y ponerlo a un lado!”… No es rechazar las emociones y decir que todo me gusta, que todo me encanta, pues a lo mejor hay algo que te desagrada y simplemente lo abrazas, lo fluyas y lo dejas pasar.
Estoy segura de que todo el mundo la quiere ir a ver, y me fascinó para todos las edades. Te recomiendo que también tú analices cómo manejas estas cuatro emociones nuevas, y sí es que acaso tienes alguna con la que estés lidiando:
Tristeza: aprecia tu tristeza porque te está ayudando a limpiar lo que, por tanto tiempo, ha estado estancado.
Enojo: aprecia tu enojo porque te está enseñando lo que ya no quieres permitir.
Miedo: aprecia tu miedo porque quiere obligarte a descubrir de lo que eres capaz.
Alegría: aprecia tu alegría porque te está recordando lo que te hace sentir vivo.
Aburrimiento: aprecia tu aburrimiento porque te está invitando a explorar nuevas posibilidades.
Vergüenza: aprecia tu vergüenza porque te está señalando lo que apun necesitas aceptar y sanar.
Nuestras emociones están destinadas para ser sentidas, incluso las difíciles y está bien sentir lo que necesitas sentir.
Hablemos con nuestros hijos y recuerda algo muy importante:
cuando tus hijos te hablan, haz contacto visual, no solamente escuchamos con los oídos, también escuchamos con los ojos.
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Cuando nuestros hijos nos están diciendo algo y estamos en el teléfono: “ajá, ajá…” no sirve de nada.
Haz contacto visual, escucha lo que tienen para decirte y ¡abrázalos mucho por qué crecen muy rápido!
Fuente: desdelafe.mx