Hoy quiero hablarte sobre la discrimanción, que seguramente sabes, es un acto de “dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental, etc”. Según la Real Academia Española.
Lamentablemente, a pesar de tanta información, a pesar del Evangelio, a pesar de la ética y la moral seguimos cometiendo muchos actos que discriminan, por eso, hoy quiero compartirte algunas prácticas que pueden ayudarnos a evitar la discriminación.
La discriminación conlleva a acciones y actitudes dirigidas que desplazan y eliminan la participación de las y los individuos en la sociedad; estas mismas dinámicas no sólo son aceptadas por la sociedad, sino que en algunas de nuestras formas de ser “cristianos” a veces incluimos este tipo de actitudes, por eso recordemos esto:
- Que escuchar sea el primer paso de la comunicación en la sociedad
- Siempre mirar a los ojos a la persona que está hablando
- No sentirnos superiores por posición económica, social, comisión de la parroquia o formación académica
- Recordar que todas las personas estamos propensas a necesitar de las demás
- Pensar mis comentarios y chistes antes de ofender a alguien o promover las ofensas
- Recordar que las personas son dueñas de sus propias decisiones por lo tanto juzgarlas se vuelve discriminarlas
- No emitir opiniones que atenten contra la integridad o formas de pensar de los demás
- Permitir que todas las personas puedan disfrutar de un trato afectivo y cordial
- Anticipar y bloquear actitudes de discriminación de instituciones o personas hacia los grupos más vulnerables
- Recordar ante todo, que como católicos somos testigos de que Jesús en su vida pública nunca se vio sujeto a discriminar a nadie por muy mal que pudiera considerarse la persona que se acercaba a Él
Recuerda que estos son sólo consejos y cada uno sabe sus propias cuentas y formas de vivir, pero al final del día lo que más puede causar gratificación es con cuántas personas pudimos colaborar y con cuántos momentos felices nos vimos involucrado en el camino. La discriminación genera la sensación de superioridad, pero a la vez también construye una personalidad pretenciosa y fabricadora de prejuicios que lastiman a los que se consideran inferiores.